
Toda mi rabia, mi frustración y mi enfado para con esta sentencia miserable, este procedimiento de persecución ideológica que – no se equivoque nadie – es un aviso a navegantes, una pedrada más en el camino de la represión más absoluta y de instauración definitiva del pensamiento único por medios coercitivos.
Mi más absoluta solidaridad con Isabel Peralta, quien se convierte en el siguiente mártir de la libertad, en esta fábrica de disidentes que es la autodenominado sistema democrático del putrefacto Régimen del 78.
Todo mi desprecio y mi repulsa por ese sistema corrupto que persigue a hombres y mujeres libres, por la expresión de su pensamiento mientras libera y entrona en el parlamento a asesinos o absuelve y disculpa a los “humoristas” por desear la voladura del Valle de los Caídos con todos dentro, o protege a catedráticos que deciden “cagarse en Dios”, apelando a la libertad de expresión.
Os maldigo una y mil veces. Y no lo olvidaré.