Se acaban de cumplir 6 años de la llegada al gobierno del felón de Sánchez y contemplando todo el mal que ha hecho, y continúa haciendo, y analizando cada canallada perpetrada por este psicópata y su banda de delincuentes nos equivocamos en pensar en la falacia empleada por muchos sectores de opinión que ventilan todo este disparate con la llamada «ley del péndulo». El péndulo se rompió poco a poco hace más de 40 años desde la llegada de eso que llamaron democracia con partidos y políticas que acabaron con los resortes de una nación unida, grande y libre. Este país desmemoriado abrió las puertas a los enemigos de España, agazapados en su cobardía e indecencia, para derribar todo lo edificado durante el gobierno de Franco.
Que nadie piense que esta ruina actual y que este tipejo que nos está conduciendo a un desastre sin retorno es un fenómeno sociopolítico surgido de no se sabe dónde, y con unas consecuencias que cuando salga del gobierno dejarán paso a la reconstrucción y a la vuelta a esos valores ya abandonados por un pueblo analfabeto y fuera de razón introspectiva diseñada por esos poderes que hacen marcar el paso desde hace demasiado tiempo a países como el nuestro. Que no lo piensen porque el próximo que venga después será otro lacayo de Bruselas y sus políticas globalistas continuarán con el plan diseñado de destrucción de las soberanías de la Europa de las naciones.
Esta cesión de independencia y soberanía tiene su semilla cancerígena en la disolución de naciones en ese engendro llamado Comunidad Europea que, sin que nadie les haya votado, hacen y deshacen a su conveniencia políticas basadas en mentiras, cambio climático, ecologismo y sobre todo esa diabólica agenda 2030 que, si no reaccionamos ya de forma contundente contra ella, y no se hará, es el fin de todo y de todos.
El panorama es muy negro y que ahora se convoquen elecciones al parlamento europeo no sirve para arreglar este desaguisado de compadreo y vergüenza. Los partidos todos, incluido VOX, quieren colocar a sus peones en unos cargos para no hacer nada y ganar unos sueldos de escándalo. No hay solución y menos avalando con el voto a toda esta pandilla que lo único que quieren es, engañando a millones de ingenuos, seguir disfrutando de «despacho y moqueta».
El arreglo sería doloroso y difícil, sobre todo con pueblos adocenados como el nuestro y empezaría con dar un portazo a la mafia de la UE y continuar desde cero a suturar heridas y a devolver a nuestro potencial agrícola, ganadero e industrial lo que fue antes cuando éramos la octava potencia del mundo. Costaría mucho, lo sé, pero rechazando esas ayudas de la unión que son drogas que nos convierten en súbditos y arrimando el hombro con ilusión y esfuerzo, habría algo de esperanza.
Estamos solos, lo sé, pero hubo no hace mucho en España, y en un momento tan delicado como después de una guerra, un bloqueo económico a nuestra patria propiciado por todos estos mafiosos de Europa y logramos salir. El péndulo tan cacareado está roto y me parece que no tiene arreglo.
Nuestro país, antes España, agoniza desde hace más de cuarenta años y da igual quien «okupe» la Moncloa, o quien viva en la Zarzuela, porque la sociedad no despierta de una modorra alimentada por unos y otros con las consecuencias que desde la profunda tristeza unos pocos, cada vez menos, contemplamos. No nos engañemos, Sánchez es solo un síntoma.