Reunirse, por ejemplo, un domingo por la mañana con otros ciudadanos en el centro de la capital, convocados por no sé qué siglas y embozados por VOX, para protestar por la ley de amnistía y por la unidad de España, puede resultar de un colorido festivo y agradable, pero no sirve de nada. Cuando escribo esto ya tiene Sánchez todos los apoyos necesarios para iniciar la parte final del desguace total de España y este hecho ya era sabido por todos los ciudadanos y por supuesto por los convocantes y asistentes al «multitudinario «picnic».
El momento es de suma gravedad y no se arregla con discursos de conceptos obvios ni con reuniones locales, sin ningún sentido práctico y contundente respuesta de la llamada sociedad civil. La repetición de un acto en la Plaza de Colón, en Madrid, ya van dos, de una parte de la derecha segundona y sin posibilidades de gobernar este país es como poco penoso. El espectáculo de formas y discursos «contundentes» y «amenazantes» con mensajes del tipo de: «Sánchez, no lo vamos a consentir» o «La unidad de España es intocable», daban mucha pena y también mucha vergüenza y rabia. No se pueden hacer peor las cosas. En la situación política que vivimos ya no sirven gestos absurdos y gentes con la bandera española colocada como capa anudada al cuello porque aparte de que este hecho sea bastante irrespetuoso con la enseña nacional, genera un aspecto de «hinchas futboleros».
Sin un mando que vertebre este momento y con un rey, que todavía no se ha dado cuenta de que tiene los días contados en la jefatura del estado, la solución tiene que pasar por una salida a la calle del pueblo soberano, parando completamente la nación y sin dar un paso atrás obligar al ejército a quitarse esa vergonzosa careta de ONG con armas de juguete y defender sin contemplaciones lo que solemnemente han jurado a costa de lo que sea y cueste lo que cueste.
El pueblo español está padeciendo desde ya hace demasiado tiempo un sopor, una idiocia poco comprensible. La ruina moral, social y económica parece resbalar a esta ciudadanía esclava del móvil y de una ingeniería social que está triunfando en sus planes de pulverizar todo fundamento de rebeldía ante el caos de sociedades que entre unas cuantas instituciones internacionales diabólicas están acabando con las soberanías de estas naciones de occidente.
La concentración del 29 de octubre en Colón lo único que provocó fue una carcajada continuada del felón de Sánchez y sus bandoleros. Algunos llevamos tiempo clamando en el desierto sabiendo con amarga certeza que no conseguiremos nada. La izquierda es muy hábil en movilizar a sus huestes de porreros y analfabetos, montaron su 15 M y consiguieron llenar de indocumentados piojosos las instituciones. Ahora sería necesario una respuesta valiente y contundente del resto de la sociedad llenando toda la nación de «15 EMES» hasta acabar con esta gentuza que se caga en el estado de derecho y se ríe de nosotros en nuestra propia cara.
Lo demás son hechos de suma cobardía y brindis al sol que nos deparan la caída sin remisión al vacío. Palabras, solo palabras.