
(Foto de ARCHIVO) El escritor Julián Casanova durante la presentación de su nuevo libro llamado ‘Franco’, en el Instituto Cervantes, a 19 de febrero de 2025, en Madrid (España). El libro es una biografía que relata la vida y conducta del dictador español. Cincuenta años después de su muerte, Julián Casanova revela aspectos desconocidos por sus coetáneos y traza, para las nuevas generaciones, el retrato definitivo del dictador. Fernando Sánchez / Europa Press 19 FEBRERO 2025;LIBRO;PRESENTACIÓN;FRANCO;DICTADOR;BIOGRAFÍA; 19/2/2025
18 DE JULIO: O ALZARSE O ESPERAR A SER ASESINADOS POR EL PSOE
El libro bulo de Julián Casanova sobre Franco descansa sobre un truco sucio: se dicen algunas verdades omitiendo otras verdades imprescindibles para entenderlas. Por así decirlo, se cuentan los males de Franco sin decir que esos males tenía su justificación en la evitación de un mal mayor, lo que no es lo mismo que aquello de que el fin justifica los medios, propio de la moralidad de la izquierda. Para explicarnos, diremos que es como si Casanova contara que Franco cortó la pierna de un sujeto, haciéndole parecer un mutilador, al evitar decir que el sujeto tenía gangrena.
Contestar a la totalidad de las numerosas y constantes puyas del libro de Casanova contra Franco sería muy largo. Conviene responder a aquellas que pretenden invalidar la legitimidad del Alzamiento y del posterior Régimen del Caudillo, junto a algunas otras que nos parecen importantes.
Que los historiadores de la democracia sostengan que el Alzamiento del 18 de Julio se produce, poco más o menos, debido a que las clases dominantes, los ricos, los militares y los Curas estaban incómodos con la II República roza lo cómico. Casanova se empeña en esa teoría.
Payne, en su libro “EL CAMINO AL 18 DE JULIO”, explica los hechos que se producen desde Febrero del 36 hasta el 18 de Julio. La conclusión de Payne es que la derecha soportó lo insoportable y que el Alzamiento estaba justificado. De esos hechos Casanova no dice nada, ni mú. Casanova evitará siempre hablar de la gangrena de la II República.
Lo de menos es el fraude y la violencia con la que el Frente Popular ocupa el poder tras las elecciones de Febrero del 36. Fraude y violencia históricamente indudables y acreditados en el libro de Alvarez Tardío y Villa García, autores no sospechosos de franquismo, “1.936 FRAUDE Y VIOLENCIA. LAS ELECCIONES DEL FRENTE POPULAR”.
El Frente Popular usó la violencia antes y después de las Elecciones hasta provocar la dimisión del Presidente del Gobierno, Manuel Portela Valladares, y de varios Gobernadores Civiles. Después llegó la falsificación de las actas de diputados, con la inestimable ayuda del siempre sucio PNV, en la denominada Comisión de Actas que, democráticamente, es decir, a votos, decidía quien había ganado y quien no, en cada circunscripción electoral, al margen de la verdad de quien hubiera ganado.
Lo que vino con la toma del poder por el Frente Popular fue el caos y el crimen. El PSOE, los asesinos del 36 (aunque habían empezado a matar en el 34 por no decir desde 1.931), como elemento más fuerte del Frente Popular, hicieron de España un infierno de violencia. En cuatro meses, cerca de 300 muertos, miles de heridos, daños incalculables y, repetimos, caos. Todo ello con un Gobierno del Frente Popular, una veces superado, y otras, la mayoría, apoyando a los criminales: si la inmensa mayoría de las víctimas de la violencia política fueron derechistas, falangistas, tradicionalistas, católicos, la inmensa mayoría de los detenidos fueron falangistas, derechistas, tradicionalistas y católicos. En Marzo del 36 se ilegaliza, desde el poder frentepopulista, a la Falange y se encarcela, indiscriminadamente, a cientos de falangistas por toda España. La Falange soportó del orden de 11 asesinatos a manos de pistoleros del PSOE, los asesinos del 36, antes de la primera represalia. Muchos de los falangistas detenidos saldrán de las cárceles en ataúdes, asesinados por el PSOE, los asesinos del 36, una vez iniciada la Guerra Civil.
Todo este periodo de violencia política, de forma abrumadoramente mayoritaria de la izquierda, culmina con el asesinato a manos de miembros de las policías de la II República, Guardia Civil en este caso, y de escoltas de Indalecio Prieto del PSOE, los asesinos del 36, de uno de los líderes de la Oposición, Calvo Sotelo. Para entendernos, es como si escoltas de Pedro Sánchez y miembros de la Guardia Civil asesinaran a Santiago Abascal. Casanova, curiosamente, aquí si trata de justificar el asesinato de Calvo Sotelo acudiendo al asesinato del Teniente Castillo. Viene a decir que los compañeros del Teniente Castillo mataron a Calvo Sotelo en venganza por el asesinato de su amado Teniente. Casanova, con sus trucos, obvia algunos datos: el Teniente Castillo era Instructor para la violencia de las Juventudes Socialistas, es decir, un policía terrorista y maestro de terroristas. El Teniente Castillo en la represión del entierro de un Guardia Civil asesinado por la izquierda, la II República reprimía los entierros de Guardias Civiles si los había asesinado un izquierdista, había matado y herido a asistentes falangistas y tradicionalista a ese entierro. El Teniente Castillo era un hijo puta y sus vengadores, eran asesinos vengando a un asesino: eso era el Frente Popular y, muy especialmente, el PSOE del 36.
En Julio del 36 a los Católicos, a los derechistas, a los tradicionalistas y a los falangistas les quedaba levantarse o esperar a ir siendo asesinados poco a poco hasta la Revolución comunista prevista para el Verano en que pasarían a ser asesinados a mayor velocidad. El Alzamiento fue un mal justificado en la evitación de un mal mayor y, por lo tanto, la justificación moral del mismo es absoluta.