
El título de este artículo puede ser en primer lugar un homenaje a la cantante mexicana, Paquita la del barrio, fallecida hace unos días a los 77 años de edad y también puede tomarse como un recuerdo que encaja perfectamente con la actualidad de este país-estercolero, de su canción más emblemática, Rata de dos patas, canción dedicada, en todos sitios cuecen habas, a un presidente de su país, Carlos Salinas de Gortari, un tema que es una cadena interminable de insultos que en la voz de la genial Paquita produce una sensación demoledora de misil disparado con una dirección exacta y a un individuo concreto. Descanse en paz la buena de Paquita.
Sin querer enmendar el título de la canción la he pluralizado para que esa cadena de insultos también sirva para señalar a esos políticos de nuestra izquierda que encajan perfectamente con este argumento sonoro. Venían, según ellos, a «asaltar los cielos» pero ya estaban asaltando muchachas. Esta cuadrilla de «ratas» llegados de repente a la vida política por culpa de los votos de gentuza como ellos, pasaron de las asambleas en la Facultad de políticas aderezadas con litronas y porros al desembarco vergonzoso de un 15M que resultó ser la plataforma para que esta patulea de piojosos/as entraran en las instituciones del estado oliendo a mierda y produciendo estiércol.
Nadie puede creerse que el trío fundador de Podemos, por su «atractivo personal» pudieran acceder a cualquier muchacha por los cauces morales y lógicos del juego de la seducción Estas «tres ratas» fundadoras del chiringuito de ultraizquierda eran ya desde el colegio a los que les quitaban el bocadillo en el recreo y fueron creciendo con su fealdad física y su resentimiento. Pablo el cheposo con coleta, Íñigo, un alfeñique con cara de retrasado y Juan Carlos con un gesto de «oler mal» y una mirada inquietante de «hombre con gabardina» en pleno verano merodeando por los parques y parajes solitarios.
Se sabía por todos, todas y todes, que en la facultad ya invitaban a las alumnas a visitar los servicios del centro, así de cutres empezaron a ejercer el poco poder que en esos años tenían. Luego ya todo mejoró y desde las sedes del partido estos tres y algunos más que todavía no conocemos, desde sus posturas de feminismo radical en defensa de las mujeres con eslóganes tan gráficos como: «Hermana yo sí te creo» o «Solo sí, es sí» se dedicaban al juego del «empotrado» con el silencio cómplice de Monteros y Belarras, que sabían que si querían moqueta y coche oficial primero se tenían que arrodillar y no para rezar precisamente.
Lo que puede el dinero, que diría el gran Arcipreste de Hita, aunque tampoco está mal como definición de estos pájaros las primeras frases de la canción de Paquita la del barrio, «Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho» … ¿Verdad?