Regreso en este momento de Ferraz. Y regreso con sentimientos encontrados y una notable falta de información. La desproporcionada barbarie de ayer ha multiplicado hoy el número de asistentes pero, a cambio han empezado los problemas.
Algunos creerán que me refiero a la guerrilla urbana del final, pero no: me refiero a la inevitable comparecencia de la disidencia controlada, que con las herramientas de siempre, tratan de canalizar hacia el redil la protesta, mientras fabrican culpables al uso: nosotros.
Mal asunto que Desocupa, el cretino de Alvisé y otros lacayos del sistema hayan decidido intervenir demasiado temprano para que no se les escape el bicho. Mal asunto porque de haber tardado un poco más y de haber contado nosotros con un poco más de apoyo entre nuestros críticos no habrían tenido la oportunidad de encarrilar la protesta. Hoy, con la patochada derechoide de Gran Vía, Congreso y Cibeles, dulcemente escoltados por los marlaskitos de la porra, ha desembarcado con todas sus armas la sumisión y la cobardía liberales al uso. Qué curioso.
Mientras eso ocurría y algunos medios trataban de desviar la atención hacia Gran Vía, los de ayer, los de siempre, buscábamos nuestro lugar en la primera fila de Ferraz. Más de una hora me costó alcanzar la vaya de “Normandía” para reunirme con los camaradas que lo iban logrando. Y es que din duda, el espacio vital estaba realmente complicado, tal era la afluencia de gente. La desagradable sorpresa es que muchas cosas habían cambiado. De un lado Ferraz estaba blindado y la valla estaba a la altura de la Iglesia, en la esquina de Marqués de Urquijo.
De otro, el dispositivo era mucho más sofisticado, pues se habían cosido con bridas tres líneas de barreras, dispuestas de tal modo, en forma de rombo, que imposibilitaba cualquier acceso franco a la sede del PSOE. En todos los cruces adyacentes. Tras ellas, varias lineas de antidisturbios, perfectamente pertrechados y armados, que controlaban la valla a un par de metros. No necesitaban el contacto, como ayer. Tenían el control y la distancia. Algo debían suponer tras lo de ayer, porque estuvieron en prevengan y armados todo el tiempo.
Sin embargo era obvio que no iban a cargar en ninguno de esos puntos. Así no podían, ni lo necesitaban. Claramente el mierda del Delegado del Gobierno no quería hoy otra marlaskada. Pero algo más había cambiado desde ayer: las águilas de San Juan, las bicéfalas y algún otro elemento parejo, eran protestadas por una minoría pero jaleadas en el mismo sentido por la borregada sumisa. Son esos que son insultados a diario por ser voxistas o populares y que hacen lo mismo con el facherío patrio, creyendo que así se hacen perdonar su derechismo. Idiotas.
Aplican la misma medicina que reciben, creyendo que los homologarán como demócratas al uso. En la cabecera no, por supuesto. No tienen cojones, pero en la borregada sí, donde se quedan los burgueses y los que ya no logran avanzar más. Allí chillan como nenazas y silban escondidos.
Al filo de las 22:00 o algo más, los falangistas hemos dado por terminada la protesta: era obvio que ni avanzaríamos, ni cargarían, ni tendríamos por tanto que mostrar la indignidad mercenaria, ni proteger a nuestros veteranos, mujeres, o niños. Y ya no se coreaba nada decente. De camino hacia nuestros vehículos hemos recibido las primeras noticias de altercados, pero ya era tarde. Estábamos fuera del núcleo y con los accesos fortificados. Las calles se cerraban y se llenaban de policías. No sabíamos quienes, qué o dónde se había iniciado el choque. Empiezan a llegar noticias confusas, varios puntos de asalto simultáneos, pero eran especulaciones: no teníamos información veraz. Hasta ese momento. Unos contenedores ardiendo al fondo de Pintor Rosales, cascos, cascotes, humos lejanos y disparos de bocacha de goma en el aire. Al fin hay choque, pero ya no estamos en el epicentro. Un número indeterminado de “guerrilleros urbanos” están plantando batalla a las FOP, haya sido el origen que haya sido. Empiezan a aparecer por delante de nosotros. Están muy bien organizados: Asaltan desde todos los flancos. Grupos muy pequeños incendian contenedores, otros corren de espaldas mientras lanzan de todo: botellas, piedras, adoquines. Y pequeños núcleos se parapetan en los desniveles del Parque del Oeste con cascotes: Al paso de la fuerza lanzan e impactan con todas sus ganas para desaparecer inmediatamente obligando a los policías a abrir sus fuerzas para batir en todas las direcciones. En terreno abierto no tienen tanta ventaja como ayer en Ferraz. Pero algo ha quedado claro: la policía sabía blindar una calle, sabía hacer frente a manifestantes que sí se les enfrentan abiertamente y sabían aplicar fuerza proporcionada. Lo de ayer, por tanto, fue un crimen consciente y deliberado. No toda la informacion que relato es mía. En mi regreso hacia el epicentro, ya en solitario, encuentro conocidos, camaradas, amigos y manifestantes, recabo información de primera mano que coincide con mi impresión y que constato con varios de ellos. Una es segura; son una guerrilla urbana bien preparada. El choque se va desplazando hacia Bailén. Detrás ha quedado un impresionante campo de batalla callejera. Me sugieren una probable filiación, y me encaja, aunque no tengo elementos para probarla. Y ahí entra mi sabor agridulce: ignoro si combatimos por las mismas causas y objetivos. El método es muy bueno y, tras lo de ayer, perfectamente comprensible. Quien siembra vientos ayer, recoge tempestades.
No reprocho los medios. Ya está bien de buenísimos y tibiezas. De recibir siempre. Pero no se si compartimos los fines. Y creo que el fin no justifica los medios. Si los compartimos, bravo por ellos. Si no la legítima violencia se convierte en barbarie. No se si llegaré a saberlo
Buenísimo..
En cambio hoy. Ha sido, salvo las excepciones que sabemos, todo muy Voxppero. Muy «Cayetano». No sé si después, cuando los Falangistas nos hemos ido ha habido algún incidente. Pero vamos, hoy ha sido todo muy «burgués».