
Eso de llorar de mentira cuando es causa y respuesta de un sentimiento falso y se produce de cara a los demás con fingimiento y mentira, califica sobradamente a quien perpetra tal hecho en una circunstancia, siempre pública, que produce una mezcla de asco y enfado a quien lo contempla.
En cierta ocasión preguntaron al cantaor Arcángel si era tan difícil como parecía el cante jondo. Este respondió: «es más difícil que llorar sin ganas». El dicho universalmente conocido de las «lágrimas de cocodrilo» no es concepto hueco solo encuadrado dentro de lo que llamamos popularmente saber del pueblo, tiene origen y fundamento en un hecho biológico, ya que los cocodrilos lloran, más bien lo parece, al derramar lágrimas, mientras matan y devoran a sus víctimas, y no lo hacen, obviamente, por motivo emocional sino por dictado estrictamente de su naturaleza.
Tengo que reconocer que los sinvergüenzas a veces me sorprenden con actos y gestos que les califican sobradamente. Este Viernes Santo vimos en las puertas de Jesús de Medinaceli una reunión de basura institucional con regusto masónico que hacía pensar en esa premonición del Papa Pablo VI cuando dijo que «el humo del infierno» estaba entrando de La Iglesia.
Este Viernes Santo La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibió la medalla de esclava de honor de la Archicofradía Primera de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, en La Basílica de los Padres Capuchinos. En dicho acto estaba acompañada del nefasto Almeida y para que «el humo del infierno» lo cubriera todo, también estaba presente el arzobispo de Madrid, el canalla de José Cobo.
Ella «la esclava» iba vestida totalmente de negro, como dejando ver el color acharolado de su alma demostrado sobradamente con sus hechos políticos incalificables.
Lo que está ocurriendo con el tema del Valle de Los Caídos, es de una gravedad insólita en un país, quieran o no, de fundamento cristiano y la barbaridad que estamos viendo con este asunto y lo que veremos en poco tiempo, tiene una doble culpa y responsabilidad, primera en una Iglesia asquerosamente cobarde y entregada a los que intentaron acabar con ella exterminando a gran número de sus inocentes miembros durante la República, y segundo en la Comunidad de Madrid y en su presidenta que pudiendo impedir que nadie se atreviera a tocar ni un ladrillo del templo concediendo para su protección el BIC, bien de interés cultural, prefirió conceder este trámite a la fábrica de leche Clesa, condenando al Valle a la rapiña de unos delincuentes como ella. Iba, como digo, toda recatada de luto riguroso y en un momento, seguro que, estudiado delante de un espejo, las lágrimas desbordaron sus ojos de loca. Lo dicho del cocodrilo o lo del verso de Don Antonio Machado refiriéndose a un tal Don Guido: «aquel trueno, vestido de nazareno».