Todos sabemos que el futbol es un deporte de masas, y viendo la que se organizó en las calles de todo el país porque el equipo español de este juego (eso de «la roja», me recuerda a La Pasionaria y me da grima y asco) ganó un torneo, me hace pensar en una sociedad llena de gentes vacías de contenidos importantes, que como ganado es dirigida donde los que mandan y están arruinando a todos estos que bailan cuando ellos ponen su estridente tabarra, quieran llevarlos y donde puedan desbordar una alegría beoda y falsa.
Toda esta basura que convierte las ciudades en discotecas absurdas al aire libre con pantallas gigantes y cegadoras luces saben que dando fiesta a las cabezas «sin estrenar» y a la chiquillada más ágrafa de los últimos tiempos, ellos, repartiendo su alfalfa entre tanto «Chiripitifláutico», seguirán en el «machito» riéndose de tanto tonto.
El orgullo patrio simbolizado por llevar puesta una camiseta de tal o cual equipo es falso y además está manipulado por una ingeniería «woke» que desde esferas supranacionales mueven los hilos de las masas amorfas que lo único que necesita para movilizarse es solo un pretexto, un partido de futbol, el orgullo de los invertidos, o algo parecido, para dar rienda suelta a su desoladora vulgaridad.
El lunes a partir de media tarde, cuando el autocar de «los héroes millonarios» paseaban su triunfo por el centro de Madrid el caos de calles cortadas, manadas de gentes y helicópteros sobrevolando el desmadre autorizado era una vergüenza infame y poco soportable. Hasta altas horas de la noche tuvimos que aguantar muchos ciudadanos el ruido de las calles y el ulular de sirenas acompañado del sonido infernal de unos helicópteros policiales que como la misma policía en general no sirven para nada. Ruido y solo ruido.
¿Se imaginan que ante la aprobación de la ley de amnistía y ante la vergüenza del perdón a una pandilla de delincuentes que robaron y atentaron contra la unidad de España, hubieran salido a la calle los de la camiseta y la banderita? ¿Pueden llegar a imaginar en la calle movilizados a todos estos que vociferaban en masa en toda España por haber ganado un trofeo deportivo, tomar las calles para exigir que vayan a la cárcel los socialistas andaluces que robaron a todo su pueblo la friolera de casi 700 millones de euros? Solo dos ejemplos para no agobiar.
Somos un país de mierda y esto no hay ya por donde cogerlo. La izquierda saca su lado buenista y caritativo y como los dos negritos del equipo jugaron bien, pues resulta que debemos acoger con los brazos abiertos a todos los negritos de las pateras porque, digo yo, nunca se sabe cuántos «Pelés» puedan venir entre tanto moro e islamista radical.
Por cierto, por si algún rojo está tan despistado como Irene Montero y se hace un poco de lío con eso de la acogida de todo el que venga, tanto Williams como Yamal son nacidos en España.
Mientras algunas letrinas de prensa y televisión hablan como locos de la épica del futbol y triplican cabeceras de prensa y en telediarios, mientras esos mismos medios hablaban del «incidente» que sufrió Donald Trump el sábado pasado y lo buen chico que era el criminal que le disparó, yo he llegado a una conclusión creo acertada, en este país de «charanga y pandereta» en el que ya no cabe un tonto más, a ver si, estos que mandan, viendo los movimientos de masas enfebrecidos por los triunfos del futbol masculino dejan de dar el coñazo con el futbol femenino que, con «piquito» o sin él, tiene el mismo interés que una carrera de balandros.