La historia de la geoingeniería, cuyo punto de arranque se remonta a la última década del siglo XIX, forma parte de la imprevisible lucha del Hombre por conquistar la Naturaleza (a menudo con resultados contrarios a los de los propios intereses del Hombre, como especie y como ser dotado de libre albedrío). Como era de esperar, la conquista de la Naturaleza revierte a menudo en una fatal conquista y envilecimiento del Hombre, donde la arrogancia y la fatuidad humanas signan para la Ecúmene el desatino de una empresa tan criminal como perversa. La historia de la geoingeniería podría encuadrarse dentro de los límites de la historia de la técnica, y como tal participaría del impulso aplanador de la Modernidad por hacerse con el control del Sistema-mundo, y así, con la proyectada magnificación y deificación del Hombre de perdición. ¡Vana empresa!
Cuestionando los paradigmas del Nuevo Orden Mundial con respecto al clima
Uno de los objetivos centrales del libro que hoy les presentamos, Geoingeniería 2: Un infame pacto de silencio (publicado recientemente por la editorial Ultima Libris), ha sido precisamente el de cuestionar dichas convenciones larvadas y asentadas, tomadas por buenas, y rara vez no celebradas por las terminales mediáticas del Nuevo Orden que las impulsa.
La misión de esta obra colectiva, que además de secuela del precedente Geoingeniería: Un infame pacto de silencio (publicado en 2021) es punto de encuentro multidisciplinario con otras parcelas no menos jugosas (como la antropología o la bioética), es la de significar la imposibilidad de comprender nuestro extraño presente de “cambio climático” (sic) y psicosis ecologista expansionada, atendiendo a los muy reales vínculos de estos fenómenos con la geoingeniería y sus prácticas de siembra de aerosoles…
Pues es un hecho irrebatible que durante las dos últimas décadas del siglo XX estas prácticas se han normalizado hasta tal punto que, en el plano meramente cognitivo, muchas personas jóvenes han perdido cualquier orientación de signo estético para diferenciar un “cielo normal” (es decir, el que un pintor paisajista del siglo XVIII o XIX procuraría mimetizar) de uno “manifiestamente alterado” (y estéticamente repugnante, contrario a la razón y al arte); aquí, pues, entraríamos ya en los terrenos de la estética y la teoría de la percepción: porque, ¿qué es “lo normal”? Quizá el día de mañana, las nuevas generaciones sean incapaces de saber a ciencia cierta qué es un “cielo normal” (!).
Apuntes peregrinos al margen, en esta obra eminentemente metapolítica hemos focalizado prioritariamente la lupa sobre el escenario español, amordazado y cosificado por poderes supranacionales contrarios a nuestros propios intereses como “pueblo soberano” (¡la perversión democrática jamás logró tamaño éxito de parodia ante una masa-cobaya tan desarmada como la española de hoy día!).
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Este escenario enrarecido, amigo lector, no solo es fruto de una coyuntura política anormal (¡que también!), sino subproducto de un afán económico usurario en grado sumo, y por ello mismo también inédito, por atrapar e instrumentalizar las potencialidades de la Tierra hasta extremos sofocantes, incluso satánicos; en inmejorables palabras de Patricio Shaw: “Lamentablemente en el siglo XXI hemos caído más bajo aún, lo cual es mucho decir… La adoración espacial del progreso técnico ha saltado de sustituir la espiritualidad a destruir intencionalmente y por dictado de élites satánicas, la misma naturaleza y el hombre”. He aquí el combate de fondo que se cuece en las parrillas del globalismo.
La geoingeniería es un negocio para mediosde counicación, investigadores de dudosas procedencias y multinacionales con intereses en el cambio climático
Aunque quizá los grandes culpables en la perpetuación de semejante impostura (ante un tema tan relevante) no sean sino los medios de desinformación de masas, invariablemente adheridos a las correas trasmisoras de la Sinarquía. Tomemos un ejemplo, especialmente estupidizante y procedente del medio de propaganda globalista National Geographic; en un seudo-reportaje suyo titulado “La conspiración de los chemtrails”, estos lacayos del NOM afirman: “No, no te están fumigando, ni esterilizando; ni controlando el clima para que los agricultores tengan que comprar semillas a Monsanto”. Que es lo mismo que afirmar lo contrario; Excusatio non petita, accusatio manifesta.
El negocio, en efecto, está ahí: “La difusión de la geoingeniería acostumbra estar dada por medios e investigadores de dudosas procedencias, con intereses multinacionales afines al negocio del cambio climático” (Horacio Ricciardelli). Juzgue el lector la importancia de esta amenaza contra el Orden Natural perpetrada por los siervos del “Gran Capital”. Contra maquinaria tan imponente como ésta combate el presente libro.