Es noticia de primera página, mostrando imágenes de desolación y dolor, que sirven para que, en función de diferentes variables de índole personal, cada uno se decante por uno de los bandos contendientes; incluso ha provocado que los partidos integrantes de este gobierno títere que tenemos opten, en función de sus filias y sus fobias, por uno u otro bando participante en el conflicto para mayor escarnio de España en el mundo entero. Un conflicto que, pese a que pueda afectarnos, de hecho, lo hará, pero por motivos bien distintos, de momento se encuentra localizado a miles de kilómetros de nuestro territorio.
Sin embargo, nadie, desde luego los políticos ninguno, y la población, a lo que se ve, tampoco, recuerda que en nuestras Instituciones, teóricamente democráticas, tienen asiento herederos, cuando no miembros, de la banda más asesina, salvaje y criminal que ha dado España a lo largo de su historia: ETA.
Sin contar los más de 850 asesinados, los más de 2.600 heridos, entre policías, guardias civiles, militares y paisanos de toda edad y condición, parece que nadie recuerda imágenes, muy parecidas a las que nos muestran en los medios de comunicación relacionadas con este conflicto entre judíos y palestinos, que, sin embargo, fueron tomadas en España, en ciudades españolas.
Hagamos memoria, eso de lo que parece todos andamos flojos, tan solo de algunos de los más sanguinarios. Hubo más, muchos más, pero estos servirán de ejemplo para establecer una relación directa entre unas y otras imágenes:
1987, el salvaje atentado del Centro Comercial Hipercor en Barcelona.
1987, el criminal atentado contra el Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.
1991, el gravisimo atentado contra el Cuartel de la Guardia Civil de Vic.
Estos son solo algunos ejemplos de la carrera sanguinaria de estos asesinos justificados y homenajeados, una y otra vez, por los bilduetarras, con el canalla de Otegui a la cabeza, ese que los socialistas bautizaron como “un hombre de paz”.
Si repasamos las aterradoras imágenes de estos atentados, veremos que las diferencias con lo que los medios de comunicación nos muestran respecto a los bombardeos en la franja de Gaza, son mínimas, si bien, repito, no tuvieron por escenario el lejano oriente medio, sino ciudades españolas muy próximas a las que nos sirven a nosotros de residencia.
En aquellos atentados, cuyo único objetivo, era matar a España, fueron vilmente asesinados niños, mujeres, ancianos y todo aquel que se encontraba en el lugar donde la canalla etarra colocó su coche bomba o su carga explosiva y, encima, hemos tenido que aguantar que el canalla de Otegui, con esa cara de tonto burlón que tiene, dijese que su intención no era la de causar la muerte a nadie.
Pues bien, pese a formar parte de nuestra historia reciente, nadie parece querer recordar aquellos graves sucesos, de hecho, no hace muchos días, ese individuo que dice ser el presidente de la Nación tuvo la osadía de recibir a una representación de los descendientes de estos terroristas en la Palacio de la Moncloa, para cerrar, entre apretones de manos y sonrisillas, los flecos de su posible reelección con los votos de los bilduetarras manchados con la sangre de los buenos españoles que dieron su vida por España.
Es vergonzoso e indignante que hayamos caído tan bajo, aunque, claro, con los socialistas, que siempre fueron iguales, todo es posible, cualquier felonía tienen cabida en su forma de actuar como así demostraron en toda su historia como partido.
Hasta que no nos demos cuenta que la intención de este partido corrupto no es otra, más allá de perpetuarse en el poder, que la de acabar con España como Nación, aliándose con todos y cada uno de sus enemigos más viscerales que serán, en última instancia, los que aúpen al poder al tipo del pantalón de pitillo y andares chulescos de barrio bajo, teniendo como vergonzosa música de fondo las emocionadas ovaciones de las bancadas de lameculos, carentes de cualquier principio que no sea percibir un buen sueldo a fin de mes.
Primero vendrá la amnistía, más tarde, al más rancio estilo de la segunda república -otro Estado fallido como se demostró- el reconocimiento de Cataluña como nación y, finalmente, el derrocamiento de la monarquía para convertir a España en una república bananera, roja y atea, conformada por los distintos reinos de taifas. Tiempo al tiempo.
De todas formas, entretanto, que nadie olvide cuando le muestren las imágenes de la devastación en la franja de Gaza, que aquí, en España, también podemos mostrar imágenes muy parecidas, provocadas por los salvajes atentados de unos canallas malnacidos que ahora tienen asiento en nuestras Instituciones y, encima, sus votos serán decisivos para que el gran sátrapa se perpetúe en el poder.