Deportistas, investigadores, profesores y médicos: son las cuatro profesiones más vocacionales y que engloban a trabajadores más felices y de ellas, Ernesto García Vicente se dedica a tres: es médico de familia e intensivista desde hace dos décadas, también doctor en Medicina por la universidad de Zaragoza y dispone de acreditación ANECA como profesor universitario.
Pero sus más de 75 artículos científicos publicados no son su única labor investigadora. Apasionado de la historia «de toda la vida», en 2022 obtuvo el máster en Historia Contemporánea y desde entonces la ejerce, además de cómo una afición, como respuesta a un deber: en Pío XII, el Papa maldito (SND editores) García Vicente refuta la incesante leyenda negra vertida sobre el Papa Pacelli, acusado de omisión y colaboracionismo con la Alemania nacionalsocialista, y pone en valor la labor de un pontífice que, además de «excepcional», es para él «un santo».
Se trata de un libro que dispone además de rasgos novedosos y diferenciales respecto a clásicos en la materia: el uso de fuentes anglosajonas, escaso en la temática en obras en español, o disponer de la cobertura documental del la Pave the Way Foundation y de sus más de 76.000 documentos primarios al respecto son solo algunos de ellos.
Habla con Religión en Libertad sobre un Papa que define como valiente, auténtico, prolífico y visionario.
-¿Cómo un médico dedicado al cuidado de pacientes críticos decide especializarse en Pío XII?
-Trabajaba en Inglaterra hasta 2020. Justo antes de la pandemia tuve que volver a España y al aterrizar desarrollé síntomas de Covid y estuve de baja varios meses. Entonces hice el Máster de Historia Contemporánea del CEU, me abrió mucho la perspectiva y conocí a personas muy valiosas como el profesor José Luis Orella. Siempre fui aficionado de la historia de la II Guerra Mundial y elegí hacer el trabajo de fin de máster, Clarificación documentada de las verdaderas relaciones entre el Papa Pío XII y el nacionalsocialismo.
-¿Y después…? De un TFM a la especialización hay un paso.
-En Londres conocí a mi mentor, Gary Krupp, que preside la Pave the Way Foundation, ha sido condecorado por Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco y dirige una organización que reivindica la figura del Papa Pío XII. Asistí a una presentación suya en el Brompton Oratory, fundado por el cardenal Newman y en ese momento me enganché al tema que sería mi trabajo de fin de máster. Luego fue el libro y una vez presentado, viendo la recepción que había tenido y las ventanas que había abierto, decidí iniciar la tesis doctoral que dirigen el profesor José Luis Orella y fray Santiago Cantera. Trabajar con ellos es enriquecedor a nivel personal y profesional. También estoy muy agradecido con Francisco Serrano Oceja, director del trabajo fin de máster, Carlos Gregorio Hernández, director del máster, a Álvaro Romero, editor de SND, al padre Gabriel Calvo Zarraute, prologuista, o a Rafael Nieto, a quien conocí en el máster.
De izquierda a derecha, Rafael Ángel Nieto, periodista y copresentador del libro, Ernesto García Vicente, el padre Gabriel Calvo Zarraute, prologuista, y el editor Álvaro Romero, durante la presentación de Pío XII, el Papa maldito.
-¿Cuándo es consciente de que debe dedicarse a enfrentar la leyenda negra de Pío XII?
-Siempre he sido un católico que intenta ser coherente con su fe, pero tenía serias lagunas en la historia contemporánea y la actitud que tuvo él durante el conflicto. Los mitos y contaminación cultural que podía tener se desmoronaron el día que asistí a la charla de Gary Krupp en Londres. La defensa que hizo un judío de este Papa me impresionó, me puse en contacto con él, me di cuenta de que había algo que no cuadraba y decidí investigarlo.
-Las publicaciones sobre la materia son abundantes en español. ¿Qué aporta nuevo respecto de clásicos como Ortí?
-Una de las ventajas de este libro es que está apoyado en fuentes anglosajonas, bastante más amplias que las publicadas en español. Lo diferencial del libro es el uso de bibliografía original. También que la fundación de Gary Krupp tiene a nuestra disposición, previo consentimiento de la Secretaría de Estado Vaticano, un fondo con 76.000 documentos primarios de extraordinario valor.
`Pío XII, el Papa maldito´, obra de Ernesto García Vicente y publicado en SND Editories.
-¿Por ejemplo?
–El mapa que tenían las SS diseñado para el rapto de Pío XII y su traslado a Alemania o la prueba de que el Papa Pacceli, tras la noche de los cristales rotos en otoño de 1938, se puso en contacto con 65 obispos con una carta en latín utilizando lenguaje cifrado para identificar a los judíos y lograr 200.000 visados.
-¿Y cuál era el código?
–Católicos no arios. Había 205.000 judíos en el imperio alemán. No pudo conseguirlos todos, algunos países ayudaron, pero lo importante es que lo intentó y esto ya fue antes de ser Papa.
-Es decir, que si intentó conseguir 200.000 y había 205.000, trató de salvarlos a todos…
-A todos. Escribió a 65 obispos de todo el mundo con una carta para dificultar la interpretación de los profanos pidiendo la colaboración. Una cosa es el número de visados que intentó conseguir que fueron 205.000, pero el cómputo total mínimo que salvó como Papa fue de 900.000 judíos. En aquella época, 900.000 judíos equivalían a la cuarta parte de los que viven actualmente en el mundo.
-¿Por qué les salvaba? ¿Por humanidad, por persecución, por sus creencias…?
-Pío XII creció en una Roma donde los judíos no estaban marginados, tenía amigos como el hijo de un famoso médico judío romano con el que pasó la mayor parte de su infancia y acudía con él a las comidas y el sabbath. Se manifestó a favor del estado de Israel en la I Guerra Mundial… Pero mi opinión es que ayudó a los más necesitados. Salvó a las personas, pero que en esas circunstancias eran los que más en riesgo estaban y el objetivo primordial de los nazis.
-¿Y dónde empieza a jugar su papel la leyenda negra?
-Es amplia en matices. Oscila entre el hecho de que Pío XII no hizo lo suficiente o el haber callado -es lo más suave- hasta ser alguien antisemita y abiertamente colaboracionista, como afirman algunos pseudohistoriadores.
-¿Cómo pasó de salvar a cientos de miles de judíos a colaboracionista?
-Llama la atención que hasta cinco años después de su muerte era absolutamente alabado por la comunidad judía e internacional, recibía comentarios laudatorios y era portada del Times… Pero desde el estreno de El Vicario por el comunista Rolf Hochhuth, obra de mediocre calidad artística pero impresionantemente fomentada y con enorme repercusión inmerecida, [la leyenda negra] adquiere una gran resonancia que la Iglesia, en esos momentos bajo Pablo VI, es incapaz de contrarrestar.
Una conversción entre García Vicente, autor del libro, y el padre Gabriel Calvo, prologuista:
-¿Y además de Hochhuth?
-No se puede generalizar en cuanto a la procedencia de los críticos o defensores. Pero David Kertzer, judío, es probablemente el pseudohistoriador con mayor relevancia y peso en cuanto a la crítica contra el Papa. Y el actual rabino de Roma, Riccardo Di Segni, es también un acervo crítico del Papa.
-Hace unos meses se difundió a través de una carta que Pío XII conocía el holocausto desde 1942, cuestionando su inacción. ¿Hasta qué punto es cierto?
-Ni si quiera Churchill o Roosevelt sabían lo que sucedía y desde luego en esas fechas y el resto de la guerra hicieron mucho menos de lo que hizo Pío XII, teniendo probablemente este muchos menos medios. El grado de conocimiento que se tiene en 1942 [de la persecución a judíos] era extremadamente limitado ni tenían los medios que tenemos ahora y en esa época no había alcanzado su apogeo.
-¿Y qué decir de quienes le acusan de omisión?
-Una vez que tuvo lugar la tremenda represalia de las deportaciones de judíos holandeses, Pío XII se dio cuenta de que cualquier tipo de declaración pública podía ser contraproducente. La gente tiende a dar un papel salvífico a las declaraciones que podía haber hecho -y que aún así hizo- cuando realmente las pruebas y datos dan la certeza de que era contraproducente denunciar abiertamente al régimen. Él actuaba de forma diplomática e inteligente, entre bambalinas y corriendo serios riesgos.
-A grandes rasgos y como historiador, ¿cómo valora su papado ad intra?
-Aparte de una persona prolífica a nivel intelectual por sus innumerables encíclicas, cartas y discursos, era valiente y visionario de lo que iba a suceder en décadas posteriores. Cuando se fundó el seminario de las misiones en San Pedro, uno de los cardenales le espetó diciéndole que como su santidad podía poner tanto interés por esos «subdesarrollados». Su respuesta fue que esos «subdesarrollados», refiriéndose a los católicos de África, Asia o Hispanoamérica serían los que rescatasen a la Iglesia cuando esta se hundiese. También previo lo que iba a suceder con el Concilio Vaticano II. No veía a la Iglesia preparada para afrontarlo.
-¿Qué le debe la Iglesia a Pío XII?
-El haber tenido a un Papa autentico, santo en mi humilde opinión. Alguien que intelectualmente aportó mucho en sus encíclicas, en su saber y en su alta política. Y concretamente a España nuestro concordato, entre otras numerosas aportaciones como el dogma de la Asunción. Eso a nivel eclesial.
-¿Y a nivel mundial?
-Haber liderado a la Iglesia en unos de los momentos más difíciles de la historia, logrando un saldo difícil de igualar tanto en el salvamento de vidas humanas como en aliviar el sufrimiento de los más perseguidos y necesitados.
-No todos tienen la misma opinión, incluso entre los católicos. ¿A qué cree que se debe?
-Gary Krupp, judío neoyorquino sin ningún tipo de conflicto de intereses ni sesgos me abrió los ojos cuando me dijo: «Este Papa no le gusta a la Iglesia católica actual. En la mayor parte de simposios y congresos que se organizan para discutir sobre su papel, se organizan generalmente en instituciones de jesuitas y no se invita a los verdaderos expertos». Hay un porcentaje de católicos que no lo defienden, la mitad por desconocimiento y la otra mitad por complejo.
-Y eso que, como explica en el libro, Pío XII se relacionó con una operación contra el mismo Hitler
-La operación Valquiria. Tenemos constancia con certeza de que Pío XII era conocedor de los planes para derrocarle, tanto desde el año 1939 como en otros posteriores, siendo el más relevante el del año 1944, cuando se le intenta asesinar en la guarida del lobo.
-¿Le convertía eso en colaborador?
-Podemos debatir si eso lo hace cómplice o no, pero que Pío XII sabía de esos planes, merced del almirante Wilhelm Canaris, ejecutado, católico, amigo de España y del general Franco, es indiscutible. Church of spies, de Mark Riebling, demuestra que Pío XII era conocedor de dichas actividades, porque se buscaba que fuera el intermediario entre los vencedores y Alemania en caso de que capitulase. Era el único que iban a aceptar los aliados y en mi opinión, eso lo hace colaborador, más o menos directo, de esos planes.
-En su momento se abrió la causa de beatificación. ¿Cree que prosperará?
Lo vemos complicado. Por varias razones. Primero porque sigue siendo un punto de tensión con determinados sectores de la comunidad judía, con la cual la Pave the Way Foundation intenta limar asperezas. Eso crea conflictos. Y en segundo lugar, ser el último pontífice preconciliar le hace impopular ante determinados grupos. Veo altamente improbable que le veamos en los altares. Ya su antiguo relator de la causa, Peter Gumpel, fallecido a los casi cien años -el 12 de octubre de 2022- lo veía complicado.