El mayor peligro que padecemos en este país, antes llamado España, tiene su mayor responsable en esa organización criminal llamada PSOE. Desde su funesta fundación ha representado todo lo peor que una persona pueda imaginar, robos, crímenes, atentados contra los fundamentos del estado, pucherazos electorales y entre otros muchos y graves delitos, los varios golpes de estado perpetrados con la villana cobardía de su inmensa inmoralidad y con los votos responsables de una parte ciudadana borreguil y llena de odio, tan culpable del caos con su voto como el mismo partido socialista.
Estamos viviendo en estos momentos un golpe a nuestra democracia y a la unidad nacional de una inusitada gravedad, y ya no sirven ni las «solemnes» declaraciones farisaicas de los partidos de derechas, ni las festivas marchas de gentes de buena voluntad a protestar en la sede de estos canallas en Ferraz, o intentar acercarse al Congreso y en los dos casos ser apaleados por la policía política del invertido Marlaska.
Lo pactado días atrás con el delincuente fugado en Bruselas y antes con toda la izquierda infame, liquida la unidad de España y otorga un cheque en blanco al separatismo catalán para iniciar con una ilegal amnistía, un proceso que les llevará a un referéndum de independencia que será el primer acto de un recorrido idéntico en las actuales conversaciones con el PNV (Partido Negociante Vasco) Estamos en una dinámica de ruptura del estado llevada a cabo por un psicópata que pilota un partido que lo único que ha traído a nuestra patria es ruina y miseria.
En varios artículos he dejado por escrito que hay que ilegalizar a todos los partidos de izquierdas y meter en la cárcel a todos sus líderes y cabecillas y me reitero en lo dicho, si no lo hacemos esta gentuza continuará con su obsesiva ofensiva de acabar con nuestra patria destrozándola desde sus cimientos, pues no hay que olvidar que estos canallas acabaron con la República y provocaron una guerra civil. Hay que acabar con ellos prohibiendo su corrupta y peligrosa razón de ser. Tras la muerte de Franco se abrió la puerta cerrada durante cuarenta años de paz, unidad y prosperidad, a esta jauría de perros cobardes y rabiosos y ahora vuelven a continuar su trabajo de demolición frenado el 18 de julio y continuado desde la transición con el beneplácito de una Monarquía perjura encarnada en el traidor Juan Carlos I, padre de este Felipe VI que no sirve para nada más que para inaugurar ferias, viajar con la del telediario y montar un acto de jura de la Constitución, que él mismo se ha encargado en dinamitar, de su nena mayor con vistas a un futuro reinado de la criatura que ni él ni nadie cree posible. Y ustedes se preguntarán ¿Sin rey y con una sociedad sin valores y con la mirada puesta no más allá de la pantalla del móvil, quien nos va a defender de este desastre que tenemos encima? ¿El ejército, quizás? La pregunta tiene una lógica aplastante, lo que ocurre es que a día de hoy no tiene respuesta.
Me ha enternecido y emocionado la frase de su segundo párrafo ‘Estamos viviendo en estos momentos un golpe a nuestra democracia’. El que asuma que esta democracia que nos habíamos dado en 1978, con los votos de unos y otros, la considera también suya y por tanto, asume sus valores, principios y leyes, me hace restar importancia al resto de sus llamamientos a la intervención de instituciones para subvertir precisamente esos valores, principios y leyes que considera también suyas. Gracias, D. Alejandro.