
La importancia de Monseñor Guerra Campos es capital para entender la historia de la Iglesia en la segunda mitad del siglo XX. Padre conciliar, entendió el Concilio desde la hermenéutica de la continuidad con la Tradición, dedicando muchos de sus escritos y conferencias al esfuerzo de empalmar lo nuevo con lo viejo, y denunciando el incumplimiento de la letra del propio Concilio, en una crisis de la Iglesia posconciliar que fue la continuación de la crisis modernista nunca del todo sofocada.
Don José Guerra Campos lamentó la llegada a España de un Estado liberal, relativista y absolutista. Y la colaboración de buena parte de la jerarquía eclesiástica española en la destrucción de uno de los últimos Estados cristianos del mundo para alumbrar un Estado ateo.
En este sentido, la historiografía oficial proclama casi con total unanimidad que la jerarquía eclesiástica española jugó un papel decisivo en la llamada Transición política española de una dictadura militar a la democracia liberal. Esta tesis es aceptada también en las universidades eclesiásticas de manera complaciente. Se habla de que la Iglesia fue «anticipadora, propulsora e impulsora» de la Transición, y hasta «motor del cambio». Y se habla de la Transición política como un hecho histórico positivo, incluso después de experimentar sus consecuencias, algunas de ellas inaceptables desde un punto de vista católico, como las leyes del divorcio o del aborto.
Si tales asertos fuesen ciertos, no lo fueron sin embargo para la totalidad de los obispos españoles. No todos los obispos tuvieron una visión positiva de la Transición política, ni todos colaboraron con ella. Algunos se desmarcaron de una disyuntiva menor, desde un punto de vista católico, entre dictadura y democracia, para subrayar una disyuntiva superior: Estado confesional frente a Estado ateo, esto es, leyes civiles cristianas frente a leyes civiles ateas, porque entendían que esta era la Piedra Angular para alcanzar una sociedad justa y libre de acuerdo con las exigencias del Bien común.
Entre estos obispos estaba monseñor José Guerra Campos.