Siempre me han asqueado los «huele muertos» que hacen largas colas como buitres para visitar capillas ardientes de quien sea, les da igual, Franco, Carrillo, o el personaje popular que muera. No me gustan los tanatorios porque reducen el misterio de la muerte en una especie de aeropuerto donde la gente va a no sé qué mirando el reloj con cierto disimulo. No me gusta la mezcla del sentido de la muerte con el bullicio de salas y cafeterías. Yo soy más de puerta de entrada al edificio entornada y de libro de duelo en el portal del finado. Detesto a las gentes que van a estos sitios a cotillear que famoso va, y detesto a estos famosetes que solo van por dejarse ver y publicitarse un poco.
En la muerte de Concha Velasco se han visto a muchos paniaguados salir a la palestra a vocear a la actriz y revindicar su vida y también su adhesión al partido socialista y su lucha por los «desheredados de la tierra.» Allí estaba rodeada de curiosos y micrófonos la roja, ya más bien vieja Almodóvar, de Marisa Paredes diciendo quien podía y quien no visitar a la muerta. El alcalde de Madrid dijo que se le iba a hacer un gran homenaje, no sé por qué, la verdad y yo creo que ya puestos deberían quitar, si aún queda, alguna calle con nombre de facha, y dedicársela a esta roja.
Los cobardes chaqueteros/as me producen náuseas y esta era del grupo de los rojos antifranquistas y militantes cuando ya Franco llevaba enterrado varios años. Esta señora era de esos valientes actores, actrices y cantantes que vivieron y triunfaron en «la terrible dictadura» y que despertaron de su error para demonizar ese tiempo y encauzar sus pasos hacia la izquierda. Esta señora decía ser socialista de toda la vida y por eso hizo campaña de puerta a puerta para que el gran Felipe y su cuadrilla de sinvergüenzas gobernaran y dejaran este país como un solar. También formó parte del lamentable grupo de «la ceja» con otros como ella para apoyar a ZP. El público se olvida que esta mujer al principio de su carrera tuvo un romance durante un tiempo con el director de cine José Luis Sáenz de Heredia, a la sazón primo de un tal José Antonio Primo de Rivera, director famoso y reconocido que ayudó a que su incipiente carrera despegara. También era de los habituales en las recepciones veraniegas que realizaba doña Carmen Polo en los jardines de La Granja. Después de estos pequeños sucesos tuvo otra historia amorosa con el comunista, Juan Diego Ruiz, y este ya la encauzó por el mundo de la preocupación obrera y la solidaridad con» la famélica legión» de la tierra. He puesto solo tres ejemplos de su trayectoria y podría poner alguno más pero no merece mucho la pena.
Al tanatorio se debieron acercar todos los dinosaurios jubilados de su cuerda, el «rojerío» nauseabundo, de los muchos que como ella vivieron como dioses en el pasado de la dictadura y luego como gentuza despreciable difamaron al Generalísimo y a su tiempo.
Se fue «la chica ye-ye» y en su despedida fue a rendirla un sentido homenaje el presidente del desgobierno y por unos minutos se convirtió, entre bronca, insultos y menciones a su madre, en «el chico ye-ye»del momento.