Cuando la destrucción de una nación es un hecho certificado. Cuando se labró un camino desde la nefasta, y mal llamada, reforma política que conducía a través de las autonomías, a inocular el virus mortal de la repartición obscena de la patria, desde ese momento vergonzoso de la llegada del mal, hecho realidad por un maremágnum de partidos políticos sedientos de venganza contra el Movimiento Nacional encarnado en la figura de Franco y sus políticas de salvación nacional, desde ese mismo momento empezó lo que nos ha traído a esta situación de suma gravedad que nos toca vivir.
Que nadie se confunda. El juicio a la corrupción y el atropello a la justicia llegando a través de la Abogacía del Estado, a denunciar a un juez por prevaricar y que, además, ese juez instructor esté llevando de forma modélica dicha instrucción, es un escándalo que próximamente analizaré.
Hoy quiero dejar claro que siendo de suma gravedad el atropello constante al juez Peinado, el mismo día que este impecable magistrado se dirigía a tomar declaración al marido de Begoña/o en calidad de testigo con todas las televisiones y radios empujando del brazo de la portavoz del gobierno para proclamar, mejor dicho, vocear la cantinela de que «no hay nada», dejan caer un acuerdo entre Ezquerra y este gobierno de delincuentes que supone de facto la disolución de la unidad de España y la vía libre para la autodeterminación de Cataluña.
La clave está en esta última entrega del gobierno a esta panda de forajidos y golpistas que dan saltos de alegría ante el hecho de tener «la llave de la caja», es decir, por ser ellos, poder cobrar todos sus impuestos, dando al Estado un porcentaje a estudiar de los mismos, y esto es sencillamente, llámese como se quiera, dar cancha a la independencia de la región catalana y la puesta en marcha de las reivindicaciones tendentes a lo mismo de Vascongadas, Valencia y todas las que quieran seguir despedazando el cadáver nacional.
Como era de esperar todos los reinos de taifas han puesto el grito en el cielo, no por la barbaridad de dar tal o cual prebenda a Cataluña, no. Ese grito lo dan porque ellos también quieren lo mismo. Esta entrega cobarde y criminal lo que demuestra ante la reacción inexistente de una sociedad narcotizada y mantenida en su vergonzosa idiocia es que todo está perdido.
Huele de forma insoportable a muerto y yo me pregunto ¿de qué sirve un monarca al que denominan, nada más y nada menos, que jefe del Estado y que lo único que hace para mantenerse en «su vergüenza» hasta que dure, es obedecer al que manda? ¿Dónde está el ejército garante y defensor de la unidad de la patria? Y lo que es más preocupante ¿dónde está la sociedad civil?
Así, ha sido y es!!