
Al inicio de la pandemia, en un ambiente de terror provocado y planeado por esta gentuza que nos desgobierna, el canalla de Sánchez se sacó de la manga, entre otras, una ley anti Opas para controlar de forma total las inversiones de empresas extranjeras en las nuestras, esto se llama tener muy poca vergüenza y mucho hambre de poder.
La mentira que lanzaron a la sociedad en ese momento oportuno de desconcierto y cierre ilegal del estado fue poner en marcha un supuesto blindaje con el fin de proteger a las consideradas empresas estratégicas tras el castigo que estaban recibiendo entonces en bolsa.
Esta operación le sirvió al mafioso de Sánchez para controlar y, lo que es peor, intervenir en grandes empresas del Ibex, un ejemplo cercano y actual, la entrada en Telefónica y el despido de su presidente de un día para otro y con llamada directa de Moncloa. Viendo el poder que tenía de control sobre el mundo empresarial este peligroso individuo, saltándose todas las normas de la UE con respecto a la libre circulación de empresas, decidió aplicar también a Europa sus medidas anti Opas.
Este «atraco» tenía en el momento de aplicación un tiempo de vigencia que, como eso del poder le gusta tanto a este psicópata, y viendo que el atropello le salía muy ventajoso, decidió ilegalmente prologar camuflando esta determinación de continuar con el atraco hoy en día, dentro de la ley ómnibus y entre las 23 medidas salvadas de un paquete de aproximadas 85 medidas y aprobadas por sus fieles aliados «peperos».
El escándalo que estamos viviendo estos días con el turbio asunto del Grupo Prisa es el resultado de esta política que sigue en vigor y que pretende detentar el control de todo lo que mueva capital en nuestro territorio nacional. Es muy sistemático el punto de mira que ha colocado este ejecutivo en este grupo de comunicación con un periódico «El País», buque insignia del mismo, que ha hecho tanto daño a España y que debería haber desaparecido hace mucho tiempo, y que por razones francamente oscuras tanto los gobiernos del PP como los suyos han reflotado lo que lleva hundido mucho tiempo. Por algo será.
Lo de este gobierno y el actual conflicto generado contra el gigante de comunicación francés Vivendi para que venda su participación en Prisa a empresarios cercanos al ejecutivo, es un claro ejemplo de los desmanes de esta panda de delincuentes. Esta operación se había puesto en marcha planteada como parte de una estrategia política para reforzar el control sobre uno de los principales grupos de medios del país. Vivendi que actualmente posee el 12% del grupo Prisa, vuelve con este hecho de intento de «ocupación», al centro del tablero político y empresarial provocando un fuerte revuelo.
Muchos se preguntan, obviamente los más ingenuos, hasta qué punto este gobierno está interviniendo en la estructura accionarial del grupo editorial. Es un hecho que el mismo ministro de Transformación Digital, Óscar López, acompañado del nuevo presidente de Telefónica, puesto a dedo, Marc Murtra, aprovechó un congreso el 12 de febrero en Paris sobre Inteligencia Artificial para amenazar al director de Vivendi con la posibilidad real de que al negarse a vender sus acciones podría verse afectado por la retirada de la publicidad de Telefónica que gestiona Havas, una filial del propio conglomerado francés. En esta historia solo falta la cabeza de un caballo en la cama del señor, Arnaud de Puyfontaine, a la sazón, presidente de Vivendi.