
La Iglesia no llevaba una mala racha de Papas en los últimos años del pasado siglo, Juan Pablo II Y Benedicto XVI, fueron dos Pontífices de altura, incluso puedo poner en esta terna a Pablo VI, pero hasta aquí, por desgracia, puedo llegar. El antecesor de Pablo fue, Juan XXIII, le denominaron «el Papa bueno» y yo no dudo de su bondad personal, pero como Pontífice no fue tan bueno. El terrible Concilio Vaticano II se le ocurrió al Papa Juan y fue el inicio de una falsa apertura innecesaria de La Iglesia a la modernidad del mundo, cuando la misión de la Iglesia es otra, la proclamación del mensaje de Cristo y la labor dentro de su ortodoxia, de la salvación de almas, todo lo demás es artificio y planteamiento político.
Una orientación de este fallido Concilio que, con el paréntesis antes mencionado, nos ha traído a este desastre que hemos padecido con el Papa Francisco y su terrible Pontificado abrazando toda la retahíla de políticas propiciadas por los grandes poderes supranacionales que están convirtiendo al mundo en algo siniestro completamente alejado de Dios. Bergogio era jesuita e hijo directo del Concilio antes mencionado y además de este dato importante otro aspecto más clarificador marcando definitivamente su línea de actuación, era, como todo el mundo sabe, argentino y esto es relevante, pues, tiene un vínculo inseparable con la esencia del Concilio y su significado en toda Hispanoamérica.
La Teología de la Liberación impregnó a toda esta Iglesia hispana convirtiendo el mensaje de Cristo en un peligroso batiburrillo mezclado con un marxismo militante que hizo mucho daño a nuestra católica institución. Aún recuerdo la bronca en público que le echó Juan Pablo II a pie de escalerilla al comunista Ernesto Cardenal, pues bien, Bergoglio se alimentó de esta doctrina y le dio continuidad en sus 12 años de Papado.
No es extraño que en el momento de su fallecimiento se convirtieran en diabólicas plañideras todos los mandatarios globalistas y ateos del planeta, e incluso la masonería, porque él se echó, sin ningún disimulo, en sus brazos porque era uno de ellos. La agenda 2030 y todo lo que supone de mentira para con falsas amenazas de cambios en el clima, políticas verdes, emigración descontrolada y guiños a los lobbys gays, fueron respaldadas por este nefasto sujeto, que Dios haya perdonado. También es de destacar la animadversión que demostró a España y a su descubrimiento civilizador y cristiano, alineándose con sectores indigenistas y pidiéndonos «pedir perdón».
El daño producido a los pilares de la Iglesia es tremendo. El enfoque negativo de dirigir al pueblo de Dios por una equivocada dirección mundana abandonando toda la ortodoxia y esencia ritual y evangélica y sustituyéndola por una obra abierta a todos, es una equivocación de magnitud enorme que será muy difícil de encauzar de nuevo en su ámbito primogénito de verdad y luz.
Mi recuerdo personal de este Papa es la horrible imagen del sucesor de Pedro recibiendo alborozado, de manos del analfabeto comunista Evo Morales, un crucifijo en forma de hoz y martillo.
¿Y ahora qué debemos esperar? Pues que en este nuevo Cónclave estos cardenales sientan fuerte la inspiración del Espíritu Santo y elijan un Papa que devuelva a nuestra Iglesia la ortodoxia de su esencia y repare todo el daño ocasionado. Si yo tuviera voz y voto en esta elección Papal elegiría entre el cardenal holandés Willem Ejik, o el africano Robert Sarah, creo que decantándome por el segundo.
Totalmente de acuerdo con usted Sr. Alejandro.
A parte de dividir la iglesia y vaciarla de fieles,confundidos y perdidos por sus multiples herejias,idolatria,sincretismo ,etc su papado se ha caracterizado por ser un dictador globalista y cancelar a quienes no le dieran sumision total.