Juan Montenegro sabe perfectamente cómo funciona la Unidad Militar de Emergencias. Lo sabe porque estuvo presente en su gestación, hace casi 20 años, y después fue su jefe del Estado Mayor, entre 2009 y 2011. Por eso se indigna cuando ve cómo se ha desarrollado el despliegue de la UME y la respuesta del Ejército a la catástrofe provocada por la riada en Valenciael pasado martes. «Se está dando apoyo a cuentagotas» se queja este alto mando retirado, que achaca esta situación a una «pelea política» entre el Gobierno de Pedro Sánchez y el Ejecutivo valenciano que encabeza Carlos Mazón. Y, sobre todo, tiene claro que hay una parte del relato que se ha establecido como cierto, en realidad no lo es: «Es mentira que la Generalitat Valenciana tenga que pedir a los militares».
El teniente general retirado asegura que la UME está activada desde que la Consellería de Justicia lo reclamó a la Delegación del Gobierno en Valencia. Esto se produjo a las 15:21 del fatídico martes 29 de octubre. Desde entonces, afirma Montenegro, debía ser la unidad impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero quien hiciera las veces de punta de lanza de las fuerzas armadas en Valencia. Esa tesis choca con lo que han defendido desde el martes el propio Pedro Sánchez, pero también la ministra Margarita Robles y Carlos Mazón. Los tres dirigentes han afirmado en varias ocasiones que debe ser el responsable de la Generalitat quien reclame los efectivos. «Las autoridades valencianas conocen el terreno mejor que nadie; si no tienen recursos, que los pidan», ha dicho el presidente del Gobierno en su comparecencia de este sábado en Moncloa, en la que ha abundado en esta idea.
«Eso no es así, es la UME quien despliega en coordinación con la comunidad autónoma», expresa el mando militar retirado, que recuerda que la Unidad Militar de Emergencias se creó para ser «el elemento de primera intervención, para estar a pie de obra». Una vez que la UME calibra las necesidades de la población afectada por la catástrofe, relata el teniente general Montenegro, decide si solicitar el apoyo de las Fuerzas Armadas. Además, incide, no debe ser el Gobierno regional quien reclame un número concreto de efectivos, sino que es Defensa, insiste, quien diseña el despliegue en función de las necesidades. Estas peticiones pueden ir desde unidades de ingenieros para despejar las calles a las de apoyo logístico para el reparto de víveres. «No se piden efectivos, se piden capacidades», zanja.
Así fue como se actuó en el terremoto que asoló la localidad murciana de Lorca en 2011, que dejó 9 víctimas mortales y más de 300 heridos. El teniente general Montenegro formó parte de aquel dispositivo. Los militares de la UME acudieron al primer reconocimiento para calibrar lo que necesario y, una vez realizado el examen, la Unidad Militar de Emergencias reclamó al Jemad (Jefe del Estado Mayor de la Defensa) el despliegue adecuado. «Las Fuerzas Armadas enviaron los convoyes de apoyo a la población para 5.000 personas», recuerda este mando retirado, que también destaca la labor de la UME en incendios e inundaciones e incluso en misiones fuera de España, como el terremoto de Haití.
«Los militares funcionamos con un proceso de lecciones aprendidas, pero a nivel político parece que cada vez es una experiencia nueva», se queja Juan Montenegro, que lamenta que el apoyo de Defensa esté llegando «con cuentagotas» en parte por el desconocimiento de los responsables políticos. El mando retirado cree que esta situación responde a un intento del Gobierno central, personalizado en Pedro Sánchez y Margarita Robles, para «dejar fuera de juego» a la Generalitat de Carlos Mazón, que también se lleva parte de la reprimenda. «No sabe cómo funciona el sistema y está muy mal asesorado», afirma el exjefe de la UME, que desliza que el PP «nunca ha sabido muy bien qué capacidades tienen las Fuerzas Armadas».
Esa afirmación encaja con la presencia de dos bases militares en el entorno de la capital del Turia donde hay «no menos de 2.500 soldados que no están utilizando». Se refiere así a la base General Almirante, en el municipio valenciano de Marines, y la base Jaume I, donde está el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad. En esas instalaciones, según calcula el teniente general Montenegro, hay un regimiento de transmisiones con más de 1.000 efectivos, un regimiento de caballería «capaz de llegar a cualquier sitio» o un batallón de apoyo logístico que está «sin desplegar». «Están a 15 minutos en coche y podrían desplegarse y luego volver para repostar y seguir al día siguiente», ilustra.
«Somos capaces de dar apoyo logístico en Afganistán, pero no somos capaces de llevarles agua a los vecinos de Paiporta», ironiza el militar, que considera «vergonzosa» la situación a pesar de la gran disponibilidad de medios que hay. Sobre todo en un contexto como el actual, en el que las primeras 24 o 48 horas son claves. Y es ahí donde el papel de la Unidad Militar de Emergencias puede ser decisivo. «Su ventaja es que se despliega en cuestión de horas», puntualiza, al tiempo que destaca la importancia que tiene la labor de asesoramiento que también presta la UME si el mando autonómico «no es demasiado experto en cuestiones de emergencia».
Para el teniente general Montenegro, el mando debía haberlo asumido el Estado desde el momento en el que se conoció el calibre de la catástrofe. Para que eso ocurra, debe estar activo el nivel 3 de emergencias, una situación que pueden solicitar los gobiernos autonómicos, pero también puede ser activada por el Ejecutivo central. En este momento, el Ministerio del Interior asumiría el mando, un paso que no se ha dado a pesar de la gravedad. Y no parece que vaya a darse después de la declaración de Pedro Sánchez este sábado. «Las comunidades autónomas son muy suyas«, critica el alto mando retirado, que recuerda cómo durante las grandes nevadas de Cataluña en 2010 en el Parlament se debatía la idoneidad de prohibir los toros en la comunidad.
En medio de este caos, lo cierto es que no fue hasta el jueves cuando Carlos Mazón reclamó la presencia del Ejército para las tareas de desescombro y apoyo de los afectados por la riada. En los primeros días, el presidente valenciano reclamó 500 efectivos, que este sábado han crecido hasta los 5.000, todos operativos desde la mañana de este domingo. Al puerto de Valencia ha llegado también el buque de asalto anfibio Galicia. «Se notará, pero es vergonzoso que a estas alturas haya todavía garajes inundados y coches en las calles», sentencia Juan Montenegro.