Con los crecientes procesos migratorios aparentemente individuales y espontáneos, nuestros estados enemigos nos envían a los desahuciados de sus sociedades para desestabilizarnos, creando aquí el socavamiento de nuestro orden y paz sociales, y agravando nuestro paulatino declive económico.
Detrás se encuentra, desde hace decenios, la influyente financiación de potencias arabo-musulmanas, y organizaciones islamistas como los Hermanos Musulmanes, infiltradas en nuestras instituciones públicas y privadas, con el fin de ocupar Occidente para su islam. Con la explotación artificialmente exagerada de valores aceptados por todos los occidentales, como son la igualdad, la libertad religiosa o la no discriminación, van apoderándose de mayores esferas en nuestra sociedad, e introduciendo otros valores incompatibles -cuando no subversivos- con nuestras sociedades libres y democráticas. Si hipotéticamente aún fuera posible expulsar a los delincuentes foráneos y terminar con su ociosidad subvencionada, todavía quedarían el perenne riesgo de radicalización y terror yihadista, así como la progresiva islamización de nuestras sociedades occidentales.
Todo ello con la cómplice intimidación y acallamiento por parte de una izquierda populista en su propio beneficio electoral; y el encubrimiento, ENGAÑO y ocultación por sus medios de comunicación afines. Mientras permanezcamos engañados o intimidados por la ingeniería lingüística de todos ellos y no nos demos cuenta que vivimos una guerra diferente y novedosa, no seremos capaces de afrontar con éxito este crucial desafío. Además de ser víctimas de una nueva delincuencia violenta, y pagadores con nuestros impuestos de la cantera de futuros votos para esa izquierda populista, si nos atrevemos a denunciarlo nos insultan haciéndonos pasar por racistas o de estigmatizarles. No se trata de racismo o discriminación, si no de nuestra autodefensa y prevención en nuestra propia casa.
Vivimos los últimos estertores de una Europa ocupada, extorsionada, hostigada y abusada, pero inerme. ¿Es ya tarde para una solución pacífica, para recuperar nuestras calles de su degradación y peligrosidad, o revertir el caos económico y social al que nos empujan?