Cuando una sociedad soporta sin un ápice de protesta que la humillen y la conviertan en el hazme reír del mundo con un gobierno desaparecido y de descanso, es que ya estamos sumergidos en un lodazal apestoso y surrealista. Cuando, amparados por un gobierno de delincuentes, ni la orden de un juez se cumple y se mofan de él en su cara y aquí nadie sale a la calle a «romper cosas» es que esta sociedad en bermudas, mochilas y móviles injertados en las orejas se merecen que les caguen encima y les digan que es consecuencia del cambio climático.
La sátira de un delincuente fugado de la justicia por golpista y ladrón paseándose, después de anunciarse a bombo y platillo, el día y la hora de su reaparición y que no se le detenga en el instante de poner un pie en territorio nacional es una vergüenza de tal envergadura que posiciona, al supuesto Estado de derecho, en una encrucijada muy peligrosa. Cuando el imperio de la ley no funciona, porque ya no existe, y un delincuente se carcajea de los jueces en este país donde ya no hay ni contrapesos que funcionen ni independencia para aplicarlos es que la enfermedad del Estado es terminal.
¿Alguien se puede creer que un tipejo con cara de imbécil puede idear y planificar solo un circo como el del otro día y que no le pase nada? Le ponen un escenario en el centro de Barcelona, pero ha debido de aparecer de la nada porque nadie ha terminado en la cárcel por montarlo y esa policía política, que desde el momento de la fuga debería de estar en bloque dimitida, se pone de perfil para no evitar un vergonzoso acto ya pactado y consentido por el gobierno de un Sánchez que se ve capacitado para hacer lo que se le antoje y cuando quiera.
Carlos «el mago» llega de la nada y como «la pimpinela escarlata» desaparece en olor de multitudes y del brazo de caras conocidas de la política catalana que deberían haber sido detenidas y puestas a disposición judicial.
Un chiste sin gracia con algún parecido y con la distancia debida a aquellas historietas geniales de Mortadelo y Filemón convertidas en este escandaloso caso en algo así como «Mortadelo y Puigdemont», siendo Mortadelo, Sánchez, Marlaska, Bolaños, Margarita Robles… Elija usted el que crea que se ajusta más al personaje y no tenga mucha prisa en la elección porque esta banda de golfos y delincuentes están de vacaciones y «el mago» descansando del ajetreo y descojonándose de risa en Waterloo de todos nosotros.