En la casa en donde crecí, quedan buenas muestras de vajillas, cazuelas, fruteros de diseño, vasos, copas, jarras termo, libros, toallas, necesers, bolsas de deporte, camisetas, gorras, un equipo de música (que aún funciona), una máquina de escribir con la que me enseñé, lo que algunos conocen como dactilografía y varios objetos de decoración. Todo esto te lo regalaba el banco o, en aquel entonces, la caja de ahorros. En esa época, nunca faltaban bolígrafos, ni llaveros, ni la chorradita de turno ni, por supuesto, calendarios, bien de pared, bien de sobremesa, bien de bolsillo… recuerdo uno que decía: “Familia que ahorra, familia feliz”. Ibas al banco (o caja) a ingresar unas cuantas pesetas, siendo un zagal, y el personal de la caja o el director o quien estuviese por allí, siempre te daba algún detallito, aparte de darte la mano, abrirte la puerta y darte las gracias por tu ingreso, consulta u otros.
No sé la fecha exacta en que todo lo que he contado se fue al garete, salieron las tarjetas, los cajeros automáticos, se acabaron los regalitos, los bolígrafos te los compras a tu gusto, tus ingresos no nos interesan, aquí vivimos de vender dinero. Empezaron a ofrecerte seguros, para la casa, para el coche, un televisor enorme, coches, motos, teléfonos móviles, alarmas, a cerrarte la caja a las 11:00 h, o a cerrar la oficina entera, llegaron las fusiones, las prejubilaciones, el cobro de comisiones, el cobro por servicios. Si eras un ahorrador, ya no interesabas, tenías que ser un inversor (para arruinarte bajo su supervisión) o pedir préstamos, hipotecas, financiación… y cuando más tardes en devolver el dinero, mejor, más negocio para ellos. Empezaron las imposiciones: la nómina o la pensión, equis recibos y usar la tarjeta. El dinero te lo ingresas o lo retiras por el cajero, las transferencias desde el ordenador o desde el móvil, si no sabes te enseñas, la libreta desaparece, te lo tienes que mirar on-line, un extracto, pues tú mismo. ¿Eres mayor? Nunca es tarde para aprender, o que te lo haga tu hijo/a, o un asesor… ¿Pagar recibos o multas? El cajero lo hace todo, si no falla y si no están operando internamente. ¿Qué se queda la tarjeta dentro? Llama al teléfono de incidencias. ¿Qué es fin de semana y no funciona hasta el lunes? Pues allí suele decir la distancia al cajero más cercano, unos cuando kilómetros mínimo.
La semana pasada cayó la página del banco y habían recibos de la empresa para pagar, pues “nosecuantas” veces lo probé y a media tarde lo conseguí, al cabo de unos días cayó la red entera y el programa de gestión conectado en red con la central estuvo todo el día sin funcionar, no podía emitir facturas, enviar los pedidos a los dispositivos móviles de los repartidores y esto, que para una pequeña empresa es bastante importante, no es nada, en comparación con esas empresas aeronáuticas que tuvieron que cancelar cientos de vuelos, con el trastorno que eso conlleva, no hace falta que les diga.
En la empresa vendemos un producto cuyo valor no es muy alto y somos comisionistas, por lo que decidimos no implantar el pago con tarjeta, cobramos en efectivo, cheques o mediante transferencias bancarias, pues nos llaman de todo: ¡Tercermundistas! ¡Eso es denunciable! Tampoco queremos bizums, pues hala, otra ronda de insultos…
Hace unos años, desaparecieron de mi cuenta 45,53 €, yo no sabía de qué se trataba, salía un nombre aparentemente japonés y me fui al banco a reclamar. Eso es una compra con tarjeta que has hecho. ¿Siiiiiii? ¿Cuándo y dónde? El día X a las 17:00 h. Imposible, en esa fecha yo cuidaba de mi suegra y estaba en casa. Lo harías por Internet. Imposible, a esa hora es la hora de fregar los platos y las manos no pueden estar haciendo tantas cosas a la vez. Pues tienes que denunciarlo en la Comisaría de Policía. ¿Queeeeé? Yo les dejo mi dinero, pago todos los gastos que ustedes me piden, me adapto a todo lo que me exigen y ahora tengo que ir a la Policía. Oiga. Mi tiempo vale dinero, ese dinero me importa un rábano, pero ahora mismo van a tener un cliente menos… saqué hasta el último céntimo, cartera de acciones, planes de pensiones, etc. todo fuera…
Me fui a otro banco, limité el uso de la tarjeta a 1.000 €/mes, yo viajaba mucho y tiraba de tarjeta, pues un mes estaba rarito y cuando consulté, ya llevaba más de 1.300 € consumidos, otra vez a discutir. En voz alta, la asesora del banco, recitó todos mis gastos… que se enterara todo el mundo… Bueno, es que el banco le ha concedido una financiación extra durante tres meses de 500 € más, por lo que se le queda en 1.500 €/mes. Lo primero que le tengo que decir es que, a la próxima, no lea en voz “tan alta” lo que sean asuntos personales; es decir, privados míos y lo segundo que si yo pido que me limiten la tarjeta a 1.000 €, ¿quién decide subirlo a 1.500 €? Y no me voy ahora mismo porque ustedes son, ahora mismo, la opción menos mala.
Titulaba yo el artículo como “Víctimas y cómplices del progreso”, creo que ya me habrán entendido, somos víctimas del Sistema, que no siempre ha sido tan nefasto ni tan demoníaco, nos quieren controlar y lo están haciendo: nos geolocalizan, nos controlan lo que gastamos, dónde vamos, lo que comemos, con quién hemos estado, lo que miramos en Internet, lo que consultamos con el móvil, nuestros hábitos, nuestras creencias, si nos pasamos de la raya nos denunciarán, por supuesto.
No tienes derecho a ser un ermitaño, tienes que tener un certificado digital, tienes que tener un móvil ancho, para consultar, para pagar, para pedir cita al médico, a la ITV, para la declaración de la renta, incluso para ir al banco, para ir a la peluquería,… a los 15 segundos de repostar gasolina ya te están enviando una encuesta de satisfacción… te molestarán a todas horas intentando venderte luz y telefonía… en la cafetería pides la carta y ya empiezan a decirte: ahí tienes el Código QR. Te equivocarás en tus viajes confiando en el GPS. Si el Facebook te ve con gafas te enviarán ofertas, si te ven calvo te invitarán a hacerte un implante capilar, si estás gordo te enviarán ideas medicinales (droguitas) para adelgazar y así, sucesivamente.
Si surge otra plandemia, controlarán cuántas banderillas te has dejado clavar, luego, si no te encuentras bien, dirán que lo hiciste porque quisiste, después de amenazarte con todo lo que sabemos; si te sale joroba (como la de algún político nacional) o te quedas miope o con cataratas, nadie pensará que es de tanto dedicarle a la pantallita.
Yo, desde mi humilde posición, les pediría que sean disidentes, que paguen con efectivo todo lo que puedan, que aprovechen la libertad que aún tenemos (no sé cuánto tiempo nos quedará), que eviten darse de alta en algunas RRSS, que tengan dinero disponible en efectivo por si vuelve a ocurrir algún nuevo apagón (no confíen mucho en los bancos), que dejen de utilizar el bizum, que no se vacunen jamás, que dejen de ver la televisión convencional, que no compren coches eléctricos (tenemos que luchar para que el Gobierno no cumpla con los objetivos que le marca la UE), luchar frente a la digitalización, luchar frente a la robotización (que tantos puestos de trabajo destruirá), no se dejen atrapar en ciudades 15 minutos, no coman la basura que nos pretenden comercializar, compren productos nacionales, no vayan a bazares chinos, que después de cargarse todo el comercio nacional, habrán observado que sus precios ya no son tan económicos, ya son libres, compren libros en papel (como toda la vida), no se dejen engañar con la instalación de placas solares; en resumen, piensen las cosas dos veces (y asesórense bien).
Hay que luchar para no ser víctimas del progreso y para ello tenemos que contribuir en no ser cómplices, directa o indirectamente, de sus ideas.
¡Muchas gracias españoles! ¡Viva siempre España!