La Ley de Memoria Democrática carecería de sustentación lógica -admítase el oxímoron- sin la consideración de la II República española como uno de los periodos democráticos «interrumpidos por quienes pretendieron alejar a nuestro país de procesos más inclusivos, tolerantes, de igualdad, justicia social y solidaridad». Tras leer esa frase que supera con creces los más exorbitantes dislates, el autor juzgó necesario abordar la redacción de esta monografía sobre la deficiente calidad democrática de la II República española. A lo largo de sus páginas se rememoran algunos de los más destacados hitos de la vida política republicana -no todos, pues se ha sacrificado la exhaustividad en aras de la concisión- con abundante remisión a las fuentes de la época y a los propios protagonistas de aquellos hechos. El lector contará con suficientes elementos de juicio de un régimen político y de su clase dirigente viciados desde su inicio por el odio enfermizo hacia los rivales políticos, considerados enemigos.
Nada más lejos de la realidad de aquel momento que la tolerancia inclusiva a la que alude la Ley de Memoria Democrática; antes bien, las notas características de los actores políticos de la II República, desde antes incluso del 14 de abril de 1931 hasta su naufragio en la primavera y verano de 1936, fueron el manifiesto desprecio por la legalidad, la insana preferencia por la arbitrariedad y la conculcación de los derechos fundamentales, así como una alarmante propensión a la violencia desmedida.