El autor de este libro afirma, igual que yo, que el perdón es una decisión personal que solo nos compete a cada uno de nosotros, en tanto que víctimas. Puede ser. Pero el olvido no es individual ni optativo. Ninguna sociedad se puede permitir el lujo de olvidar, ni el de blanquear o manipular la verdad. Algunos no estamos dispuestos a permitirlo. Y a fe mía que Jesús Longueria es uno de los que no está dispuesto a hacerlo, y este libro es su demostración.
Siempre he afirmado que las víctimas del terror, no somos solo los que llevamos en nuestra carne el mazazo directo de la muerte, la pérdida o la mutilación. Las víctimas del terror lo somos todo el pueblo español, acongojado, perseguido, asesinado por el mero hecho de serlo y de no estar dispuesto a tolerar que una mentira, una manipulación y una esquizofrenia se convirtieran en realidad.
Es por tanto a todo el pueblo español al que es exigible, en su conjunto, que no olvide jamás y también, por qué no, que ponga las condiciones colectivas para otorgar un perdón que no le ha sido solicitado. En las próximas páginas sabrán por qué.
Del prólogo de Martín Ynestrillas