El miedo no cabe en los corazones libres. Y, quizás, eso sea lo que nos pasa. Que no tenemos miedo a un sistema que nos lo esta arrebatando todo. Nos arrebataron el pan, nos arrebataron la justicia y, ahora, quieren arrebatarnos la patria. Sin embargo, nuestro corazón libre provoca miedo y temor en un sistema cada vez más podrido. Todos los que conforman ese sistema nos tienen miedo, pues no son libres. Vven presos de un verdadero régimen que ha traído la miseria al pueblo español. Viven absolutamente encadenados al decadente régimen del 78, que es quien les permite seguir manteniendo sus privilegios.
Quizás nosotros seamos los únicos libres, porque nuestras ideas llevan siendo perseguidas desde la muerte de Jose Antonio y de Ramiro. Porque fusilaron a los hombres pero a las ideas no se las puede matar. No tenemos miedo a sus leyes represoras, pues llevamos siendo reprimidos por nuestra forma de pensar durante décadas por absolutamente todo el mundo. Somos señalados allí donde vamos. Somos los malditos, no nos quieren. Y no nos quieren porque saben que llevamos razón pero son demasiado cobardes como para admitirlo.
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Nos tienen miedo. Estoy seguro de esta afirmación ya que un mundo donde el capitalismo le otorga un valor a todo, nosotros luchamos por lo intangible, por lo inefable, por aquello que tiene un valor de verdad, incalculable. Luchamos por nuestros hijos, por nuestros padres, por nuestros sobrinos, por nuestros vecinos. Nuestra lucha es por algo superior. Nuestra lucha es la de la patria. Porque en nosotros descansa la herencia de aquellos antepasados que cruzaron los mares sin saber que les deparaba para descubrir un nuevo mundo. Lucharon en todos los lugares imaginables y es por eso que no hay solo lugar del mundo sin una tumba española.
Porque somos temibles y arrogantes hasta en la derrota. Somos menos pero somos mejores y por ello, venceremos. No me cabe la menor duda.
Nuestro amor por la nación española es absolutamente desesperado como desesperada es la situación que estamos viviendo. Nos encaminamos hacia la disolución permanente de España. Por ello, no podemos parar ahora, debemos seguir apretando. Nuestro camino no debe quedarse solo en conseguir la unidad nacional: nuestro camino es el de la conquista del Estado para poder construir un orden nuevo. Un orden social y nacional. Un orden donde ser patriota no sea un delito. Una nueva España donde no haya un solo español sin techo y ningún solo español sin pan.
Quedan días duros, lo sabemos. Somos conscientes del peligro y lo afrontamos con valentía. Estamos dando una lección al mundo. Espero y deseo que sea verdad aquello de «España ha despertado, hijos de puta», con todos los verdaderamente patriotas unidos por una causa común. Podemos ser absolutamente temibles. Como lo fueron los tercios en Flandes. Su raza es la nuestra, debemos honrarles defendiendo la patria por la que ellos derramaron su sangre.
s la hora de los malditos. De los señalados. Ha llegado la hora de los patriotas. Quizás sea el momento de que en España vuelva a reír la primavera. De recuperar el pan, la justicia y de impedir que nos roben la patria. Venceremos, sí. Estoy seguro. Ha llegado nuestro momento. Es nuestra hora.