Este es el artículo de hoy en el citado medio:
Una nueva biografía presenta una serie de textos incompletos, inconexos, meros apuntes, que el fundador de Falange escribió en los últimos meses de su vida en prisión.
José Antonio Primo de Rivera, condenado a muerte como autor de un delito de rebelión, fue fusilado en la mañana del 20 de noviembre de 1936 en el patio número 5 de la Prisión Provincial de Alicante. Unas semanas después, el coronel de infantería José Sicardo Jiménez Córdoba incautó gran parte de la documentación y objetos del fundador de Falange que permanecían en la cárcel, los guardó en una maleta y se los entregó a un agente del Servicio de Información Militar (SIM) de la República, un hombre de confianza del dirigente socialista Indalecio Prieto. Entre las pertenencias se contabilizaban varias prendas de uso interior, una máquina de afeitar, el mono azul que había vestido como reo y doce cartas de despedida.
La maleta estuvo en manos del ministro republicano hasta su muerte en 1962, pero sus albaceas testamentarios no la entregaron hasta 1977 a la familia de José Antonio, en concreto a su sobrino Miguel Primo de Rivera y Urquijo. En Alicante había quedado un segundo baúl, con más «ropa, libros y papeles y unos caballitos con jinetes que había confeccionado en la cárcel», que acabó en manos del hermano del líder falangista en 1939.
Pero en ese conjunto de pertenencias se incluían también numerosos escritos redactados por el protomártir del régimen franquista y gran impulsor del fascismo en España durante su cautiverio, primero en la Modelo de Madrid y luego en Alicante. La mayoría fueron publicados en 1996 por Primo de Rivera y Urquijo. Sin embargo, otra serie de textos incompletos, inconexos, meros apuntes, no fueron incluidos en la edición de Papeles póstumos de José Antonio.
Son unas dos docenas de inéditos, en algunos casos simples cuartillas esquemáticas, que se analizan de forma conjunta y por primera vez en José Antonio; condenado ayer a muerte (SND Editores), un trabajo del escritor y profesor Francisco Torres García que se aproxima al «pensamiento, vida, obra y objetos» del «último José Antonio». Se trata de una vasta biografía —900 páginas— que, sin embargo, se centra fundamentalmente en el periodo final del creador de Falange —este domingo se han cumplido 90 años de la fundación de la organización—, desde una conferencia pronunciada en el Círculo Mercantil de Madrid, en abril de 1935, hasta su ejecución.
Los grandes ejes de la obra son las elecciones de 1936, la sucesión de procesos a que fue sometido José Antonio, la participación en la conspiración que condujo a la Guerra Civil, la rebelión frustrada en Alicante, los intentos de rescatarle de la prisión, las reflexiones de la cárcel, el juicio de noviembre, el proyecto de usar sus escritos como arma de propaganda o los detalles de su final. Según el investigador, el resultado es un retrato «que rompe con algunos de los tópicos que en el relato de su vida se han prodigado con monótona repetición, desde la visión heroica a la revisión crítica».
Ensayos y cartas
Los casi últimos nueve meses de vida de José Antonio Primo de Rivera transcurrieron entre los muros de una prisión, algo más de tres de ellos prácticamente en régimen de aislamiento. «La escritura fue su refugio», resume Torres García. Los funcionarios de la prisión alicantina recordaban que siempre el reo siempre estaba garabateando cuartillas.
El falangista escribió durante su reclusión un nuevo ensayo histórico que tituló Germánicos contra bereberes. 15 siglos de Historia de España. Redactado a principios de agosto, en el momento en que la sublevación era evidente que había fracasado, se trata en realidad de un texto de carácter pesimista sobre el momento presente. Justifica el combate emprendido por los rebeldes para evitar «la demolición de todo el aparato monárquico, religioso, aristocrático y militar que aún afirmaba, aunque en ruinas, la europeidad de España». Vaticinaba que con el triunfo de la República de 1936 «va a ser vencido es el resto germánico que aún nos ligaba con Europa»; es decir, el «desquite de la Reconquista».
Otro ensayo breve, aunque en forma de esquema de desarrollo organizado en 11 puntos, fue Cuaderno de notas de un estudiante europeo. José Antonio se pregunta en este texto por la razón del «malestar de nuestro tiempo» y su relación con el «substratum religioso» de la civilización occidental —fantaseaba con una revolución para establecer una «Edad Clásica plenaria»—. De la depuración de estas ideas esbozó también Cuaderno de ruta, del que se conservan tres versiones-esquema. Seguramente la última de ellas se presenta por primera vez en este libro, junto a otros escritos sueltos, una suerte de notas de trabajo, sobre el tradicionalismo, el republicano José María Gil Robles, Felipe II o la dictadura de su padre. Todos estos documentos cabría datarlos entre agosto y septiembre de 1936.
En prisión, José Antonio retomó su producción poética y la escritura de El navegante solitario, una novela reflexiva sobre los engaños, los desengaños y el amor en la vida de un hombre, protagonizada por Alarico Alfós, personaje que ya había presentado en 1924 en la revista Blanco y Negro. Toda esta producción es desgranada al detalle en la obra de Francisco Torres García, que también presenta cartas y tarjetas inéditas remitidas al líder de Falange a partir de su detención en marzo de 1936 que aportan información diversa, así como otras misivas no conocidas que Margarita Larios envió a su marido Miguel Primo de Rivera, también arrestado en Alicante.
Relación con Franco
Entre el 13 de septiembre y el día del fusilamiento de José Antonio, se pusieron en marcha una quincena de intentos para liberarlo. La mayoría contaron con el impulso o la aprobación de Franco, según Torres García, lo que descarta, a su juicio, las versiones que sugieren que el futuro dictador fue responsable de la muerte del líder de Falange por omisión, justificada por sus ambiciones políticas y una supuesta oposición anímica entre ambos personajes. En este sentido, recoge varias declaraciones, como la de Jesús Aramburu Olarán, gobernador civil de Alicante cuando el caudillo visitó la cárcel y el lugar de la ejecución: «Franco me apretó el brazo derecho y me dijo: ‘Aramburu, yo hice todo lo posible por salvar a este hombre’. Eso dijo».
El autor, que también recupera la posición de los partidos y las organizaciones de izquierdas y las declaraciones de sus principales líderes sobre José Antonio y Falange, asegura que del bando enemigo solo «los republicanos de Azaña» quisieron proteger la vida de Primo de Rivera. Uno de los capítulos, de hecho, lo dedica a reconstruir lo que ocurrió en el Consejo de Ministros celebrado en la tarde del jueves 19 de noviembre de 1936 donde, según su versión de los hechos, Largo Caballero e Indalecio Prieto silenciaron la oposición de algunos ministros contrarios a ejecutar a Primo de Rivera.