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EL ASESINATO DE JULIO RUIZ DE ALDA
Julio Ruiz de Alda Miqueleiz (Estella, Navarra, 7 de octubre de 1897 – Madrid, 22 de agosto de 1936) fue un aviador español, considerado un pionero de la aviación.
Era hijo de Silvio Ruiz de Alda y Francisca Miqueleiz. Fue el mayor de sus hermanos y nació en Estella el 7 de octubre de 1897, en la calle de Zapatería, número 1, en una casa que con su monumental escalinata, sus rejas labradas y el blasón de su fachada, conserva todavía el atuendo de palacio dieciochesco que constituyó su destino inicial.
Con quince años ingresó en la Academia preparatoria Militar Iriarte. Tras el examen de ingreso en la Academia de Artillería de Segovia, ingresa el 1 de septiembre de 1913, con el número 1 de su promoción. Tras su paso por la Academia de Artillería de Segovia y por el Regimiento de Montaña con base en Vitoria, al año siguiente es destinado al Regimiento Mixto con base en Tetuán, con motivo de la guerra.
Obtuvo el título de piloto por la Escuela aérea de Getafe. Es en este momento, cuando crea la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos (CETFA), pero este proyecto se ve interrumpido por el nuevo conflicto en el Protectorado de Marruecos.
Poco tiempo después realiza la gran hazaña de cruzar el Océano Atlántico Sur en el hidroavión Plus Ultra, con Ramón Franco, Durán y el mecánico Rada, en un trayecto de más de 10.000 km entre Palos de la Frontera (Huelva) y Buenos Aires. Por esta hazaña, recibió la Medalla al Mérito Aéreo y fue nombrado Gentilhombre y miembro del Consejo Superior de Aviación. De esta gesta dejaría constancia en el libro De Palos al Plata.
Fue ascendido a Jefe de Grupo, y nombrado residente para España de la Federación Internacional Aeronáutica. Asiste como ponente y vicepresidente, al congreso internacional de aviadores trasatlánticos, celebrado en Roma, donde recibe de manos de Benito Mussolini la Encomienda de San Gregorio el Magno.
Intentó una nueva hazaña, cuando empezó a preparar la vuelta al mundo, otra vez junto a Ramón Franco, a bordo de un Dornier 16, en junio de 1928.
Fue uno de los fundadores de la Falange junto a José Antonio Primo de Rivera. Él es quién ideó el nombre Falange Española. El 18 de julio de 1936 se encontraba encarcelado en la Cárcel Modelo de Madrid. El 22 de agosto, la Cárcel Modelo en la que estaba encerrado sufrió el asalto de las milicias marxistas, con una espontaneidad meticulosamente preparada. Este fue uno de los hechos más vergonzosos de la represión roja, que escandalizó a todo el mundo civilizado a través de los relatos de los diplomáticos extranjeros que había en Madrid. El gobierno británico amenazó con retirar su embajador, y todas las cancillerías tuvieron pruebas de que no había en Madrid un gobierno republicano, sino una tiranía revolucionaria. Indalecio Prieto, informado de los hechos, exclamó: “Hoy hemos perdido la guerra”. La CNT y la UGT discutieron sobre si la matanza debía ser total o parcial. El director de la prisión dimitió, tras exigir varias veces efectivos para garantizar la seguridad de los presos políticos al Ministerio de Gobernación. Estas reclamaciones fueron desatendidas y los anarquistas y socialsitas armados penetraron en la prisión, liberando a los presos comunes y sacando a los presos políticos a los patios, en los que se les ametrallaba bárbaramente desde las tapias y los edificios colindantes. En el episodio fueron masacrados despiadadamente dos centenares de presos.
Al amanecer del día 23, a las 6 de la mañana, tras una noche en que ya nadie dudaba de su destino, una pandilla de estos criminales asaltó la galería en donde estaba Julio. Los verdugos leyeron en voz alta una lista de nombres, entre los que se encontraban camaradas como Orellana y Enrique Matorras, desengañados del comunismo, Sinforiano Moldes, procedente del anarcosindicalismo, y Pereira, un falangista de raza negra, ayudante y chófer de Ruiz de Alda. Después de asesinar a estos camaradas, los criminales volvieron a por otro grupo, en el que estaba Ruiz de Alda, Fernando Primo de Rivera, el general Capaz (conquistador del Sáhara), José María Albiñana y otros, hasta un total de cuarenta. Unas horas después, un falangista detenido vio de pasada los cadáveres de Julio y los otros camaradas asesinados. Pablo Ruiz de Alda asegura que este testigo lo vio en el suelo, y aunque tumbado, tenía el brazo extendido.
Se dice que su vil asesinato fue lo que impulsó a Ramón Franco, que se había destacado como activista republicano, a unirse a los militares sublevados, dirigidos por su hermano Francisco Franco.
Nuestro homenaje y nuestra gratitud, en la obediencia a su última consigna: “¡Que no se deje arrastrar la Falange, que guarde fielmente su estilo y su doctrina!”