El espionaje israelí, el Mossad (y sus homólogos de la CIA: el avión clandestino Boeing 737 inmatriculado como N313P que aterrizó en Palma de Mallorca en el 11-M) era, y es, uno de los más señalados para cualquier experto en terrorismo internacional que haya estudiado los casos de ataques de “bandera falsa” en el mundo (Estados Unidos, Madrid, Londres, Noruega, Bombay, Bali y prolongadísimo etcétera. A grandes rasgos, ataques terroristas de falsa bandera coordinados por Washington y Tel Aviv, verdugos del kidom y más allá, mucho más allá.
Verint
En otro artículo ya les hablé de Verint Systems (muy conocida también por instalar “backdoors” o puertas traseras, en la jerga informática) en su software – lisa y llanamente espionaje- y también por crear virus. Tanto es así, que el virus Stuxnet fue diseñado por esta empresa para ser utilizado por el Mossad contra el proyecto de energía nuclear pacífico de Irán. Un acto de sabotaje terrorista (otro más de Israel) que violaba claramente el derecho internacional.
O su relevante papel en los trenes madrileños. Los “circuitos cerrados” de las video cámaras que “fallan” súbita y misteriosamente. En las cocheras ferroviarias de Alcalá de Henares, por ejemplo. O más al este, dos años después. en el » accidente» del metro de Valencia de 2006 (el opusdeísta Juan Cotino, clave). Y cabalísticos 911 días antes: ¿creadores también de las falsas llamadas telefónicas durante el 9-11 estadounidense?
Quinn
El brillante articulista irlandés Joe Quinn (del que vale la pena echar un vistazo a su boscoso y acertado análisis sobre Siria, titulado: Syria’s Bloody CIA Revolution – A Distraction?), realizó un aproximación crítica en 2007 en contra del servicio de espionaje israelí implicándole directamente en el 11-M. ¿Qué sucedió en realidad?, se pregunta Quinn respecto de los atentados terroristas de Madrid. Quinn asevera que “por su profesionalidad y sangre fría, los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004 tienen todas las características de ser una operación de falsa bandera ejecutada por el Mossad israelí”.
Y apunta lo que él considera que fue un “mal desenlace”, en un sentido. Sin duda, dice Quinn, los planificadores del Mossad estaban convencidos de que un atentado sin comunicación previa implicaba un alto número de víctimas civiles españolas y si, además, era atribuido a «Al-Qaeda» podría no sólo tener un efecto de un cambio en la opinión pública española y obligarla a seguir las directrices de la falsa guerra contra el terror, en contra de los malos «terroristas islámicos», sino que también podría asegurar un nuevo mandato para el derechista gobierno del entonces presidente del gobierno, el belicista José María Aznar”.
Aunque Quinn señala que el gobierno no podía estar al tanto de ese ataque terrorista ya que el mismo Ángel Acebes, el ministro del Interior de entonces, nombró a ETA en un primer momento como autora del atentado, lo cierto es que el resultado, como sabemos, no fue el esperado (la reelección de Aznar) para los supuestos perpetradores del crimen ( la unidad de contrainteligencia yanqui P20G y el Mossad israelí) como así lo sentencia Quinn. Pero la dudosa afirmación de Quinn en este aspecto (pensar que Aznar era sustancialmente diferente de Zapatero en política exterior) solo se sostiene a medias. Y ni a medias.
Lo que sí remarca con contundencia crítica el autor de esta teoría es que “el Mossad había preparado con mucha antelación una pista falsa muy detallada de las «pruebas», para que se señalara convenientemente con el dedo a «terroristas islámicos» como chivos expiatorios, que incluía una casette con versículos del Corán, así como el orquestar una trama por la que unos «terroristas» supuestamente se inmolaban en pedazos en un apartamento de Leganés (Madrid), tres semanas después de los ataques”.
Madsen
Wayne Madsen incide en la misma línea señalada por Quinn. Madsen, otro norteamericano que no se cree las putas e inagotables patrañas del imperio, tiene un largo recorrido como experto analista en operaciones terroristas de “falsa bandera”, con el aval de haber sido empleado de la todopoderosa NSA durante doce años, y sabe bastante más de terrorismos clandestinos que unos cuantos catedráticos con doctorado en la nada de este país, ains Reinares.
El Mossad, señala Madsen, «es un maestro en los ataques terroristas de bandera falsa diseñados para castigar a los opositores de la política israelí. Las huellas de la inteligencia israelí, están por todas partes: en los ataques del 11-S en los Estados Unidos, en los atentados del 11-M en Madrid, los atentados del 7-J en Londres y los ataques del 22-J en Noruega. Mientras, los medios corporativos pro-israelíes bombardean sin cesar sobre los peligros del terrorismo islamista, lo que resulta evidente es que la principal amenaza a la seguridad pública procede del Estado de Israel, una nación terrorista que no duda en matar a inocentes para lograr los objetivos políticos más sórdidos”.
En fin.